sábado. 20.04.2024

Qué verde era mi valle... hasta que se lo cargaron

Los que me conocen desde hace mucho tiempo sabrán que me gusta el monte más que a las cabras. Desde los 10 años no he dejado de salir los fines de semana, con más o menos regularidad, a patear caminos, pistas, cantiles y marismas. Me encuentro mejor entre árboles, rocas, pájaros, algas y moluscos, que entre personas; qué se le va a hacer.

Los que me conocen desde hace mucho tiempo sabrán que me gusta el monte más que a las cabras. Desde los 10 años no he dejado de salir los fines de semana, con más o menos regularidad, a patear caminos, pistas, cantiles y marismas. Me encuentro mejor entre árboles, rocas, pájaros, algas y moluscos, que entre personas; qué se le va a hacer.

 

Así que seguramente entenderéis la tremenda mala baba que se me cae cuando voy a alguno de esos lugares únicos y los veo sembrados, - literalmente – de bolsas, compresas, pañuelos, envoltorios de todo tipo, preservativos y un larguísimo etcétera de todo tipo de mierda que debe ser tan terriblemente insoportable de ver, oler o tocar, que la gente prefiere dejarla allí que llevársela con ella. Pena. Lo que se pierden, pobres. Y eso que se conoce que a toda esa gente, - o lo que sea -, que va dejando atrás lo mejor de sí, lo que más le gusta es precisamente vivir entre la mierda porque si no, no me explico que lleguen a un enclave natural y lo pavimenten de esa forma tan concienzuda ¿Pero qué esperáis, so cerdos (con perdón para los nobles suidos)? ¿Qué se marche sola? ¿Qué se descomponga en tres, dos, uno? Lo siento por los/las que sean de lectura sensible pero mira, me voy a despachar a gusto: la madre que os parió.

 

Los más cínicos responderéis que es la administración pública la que tiene que dotar los medios para limpiar el monte y los caminos. No, mira, bonito o bonita. Hace tiempo que a mí no me limpia nadie el culo y me siento muy orgulloso de ello. Pues vosotros, lo mismo. Si no necesitáis que os limpien el culo (o sí, vaya usted a saber), tampoco que recojan la mierda que dejáis por ahí. Lleváosla con vosotros igual que la habéis traído. Fácil.

 

En fin, no sé de qué me asombro pero es que ver sitios como las orillas del río Verdugo a la altura del puente colgante convertido en un auténtico (NO EXAGERO, LO JURO) basurero, el camino a las salinas de Ulló lleno de bolsas, periódicos, latas y condones, o la playa fluvial de Carregal sembrada plásticos y papeles, - algunos llenos de aceite de motor usado, que tiene huevos la cosa -, me muerde el alma. Por no hablar de las colillas. ¡Oh, las colillas! No voy a decir por dónde se las metía a los fumadores que las tiran así, hala, dónde caiga, porque esto se publicará por ahí y hay mucha alma delicada. ¿Sabéis, pedazos de tarugo, que una sola colilla acaba con cualquier cosa viva en 1.000 litros de agua? Lo que es un metro cúbico de toda la vida pero no lo expreso así porque fijo que no lo pilláis. Y es que quiero creer que es vuestra ignorancia y no vuestra estulticia la que os lleva a hacer la animalada de tirar colillas al río o al mar… o a donde cuadre. No, mira, las apagas y te las llevas en el plastiquillo del paquete de tabaco. O, si tal, te las comes. Eso que ganamos.

 

Lo siento, pero es que estoy muy cabreado. Se nota, lo sé, y me importa un bledo. El caso es que después de lo de ayer estuve indagando qué pasa con el camping de A Ladeira, en Baiona, que es otro que me tiene contento. Resulta que el área está protegida (me despiporro todo) por el Plan Xeral de Explotación Marisqueira, el Plan Hidrolóxico Galicia-Costa, la Lei de Caza de Galicia, la Lei de Augas de Galicia, la Lei de Costas, la calificación de humedal natural, la Rede Natura 2000 y ahora ha sido declarado Lugar de Especial Interese Paisaxístico. Vamos, lo que es un solar inmundo, ¿verdad? Bueno pues desde que en tiempos de aquel señor bajito y con bigote que tenía por afición pescar atunes y fusilar opositores la propiedad adquiriera por arte de magia los terrenos al estado (Galicia, terra meiga), la han liado parda construyendo bungalows sin licencia como si no hubiera un mañana, ocupando prácticamente el 100% de la barra dunar que está llena de mierda del año que la pidas, - todo gran reserva -, vertiendo a la marisma lo que les peta y algo más, frenando la dinámica sedimentológica a base de cemento y tránsito desmesurado de vehículos, acabando a pisotones de campistas con toda la vegetación de arenal, y bla, bla, bla. Es tal el cúmulo de desaguisados que me llevaría varios folios sólo el enumerarlos. Incluso les han ofrecido la alternativa de donarles terrenos en otro emplazamiento y que si quieres arroz, Catalina. Si no es mala fe, ya me dirás tú cómo se le llama a eso.

 

En fin, que la sombra del cacique es alargada, que este no es país para gente cívica, y que ojalá que todos viéramos hacia el sur y aprendiéramos de como cuidan nuestros vecinos de península (todos, no sólo la administración) los espacios naturales. Cenutrios, hailos en todas partes; lo que pasa es que aquí proliferan como la mosca verde en un vertedero. ¿Será por eso?

Qué verde era mi valle... hasta que se lo cargaron