martes. 19.03.2024

El alcalde de Sada entre los años 1979 hasta 2007 Ramón Rodríguez Ares ha asegurado esta mañana, en el primer día del juicio sobre la propiedad del Pazo de Meirás, que dos administraciones, la Diputación y el Ayuntamiento de A Coruña, se interesaron por la compra del inmueble en los primeros años de la década de los 80.

 

Por lo tanto, es "correcto" que desde las administraciones públicas se reconocía que la propiedad del pazo era de la familia Franco, pues "una cosa, para recuperarla, tiene que haber sido antes de alguien, eso siempre fue una propiedad privada", ha enfatizado el primer testigo en declarar a instancias de los herederos de Franco.

 

El exregidor ha relatado que asistió a una reunión en el Pazo de Mariñán en los 80, a la que acudió el entonces presidente de la Diputación de A Coruña Romay Beccaría y el Marqués de Villaverde con Carmen Franco, "para llegar a un acuerdo para adquirir el Pazo de Meirás a expensas de que el pleno de la diputación lo aprobara". Pero finalmente en el pleno "no hubo mayoría absoluta" para llegar a ese acuerdo, ha rememorado Rodríguez Ares, "y quedó la cosa en agua de borrajas".

 

También hubo "un intento" por el Ayuntamiento de A Coruña de comprar el pazo "o hacerse con el pazo". "Es público y notorio porque salió en la prensa que el Ayuntamiento de A Coruña solicitaba el Pazo de Meirás", ha enfatizado.

 

Al exregidor no le consta que administración alguna hiciera contribuciones para la rehabilitación del inmueble, que sufrió un incendio en 1978, y ha dicho que supone que se pidió licencia para todas las obras, si bien no lo recuerda bien, ha matizado.

 

También ha reconocido que había algunas manifestaciones que reivindicaban integrar la propiedad del pazo en el patrimonio público pero que no lo comentaba con la familia Franco porque "venían a pasar aquí unos días y no quería meterse en profundidades para hablar de ese tema". Rodríguez Ares, de 80 años, ha asegurado durante su intervención que el Marqués de Villaverde pagaba la contribución del pazo y que no le consta que hubiera bonificación fiscal alguna, y ha añadido que la familia del dictador no le manifestó "sus dudas como propietarios del pazo ni hablaron de eso nunca".

 

El segundo y último testigo de los herederos esta jornada, tras la renuncia a la declaración del secretario particular de Carmen Polo y de Carmen Franco Polo después del fallecimiento del dictador, ha sido un amigo de la familia Martínez-Bordiú Franco, suegro de una de las nietas del dictador, Luis Fernando Quiroga Piñeiro, que asumió labores de gestión durante la rehabilitación del pazo tras el incendio en 1978.

 

"Carmen tenía miedo a la obra pero eso nunca lo hemos hablado -ha dicho tras ser preguntado por si tenía dudas de si era la propietaria-, ni ella conmigo se sinceró en ningún momento sobre ese tema, en la época de Carmen Franco ni se lo cuestionaba".

 

Su relato, al igual que la comparecencia anterior, explica que la familia siguió disfrutando del inmueble tras la muerte del dictador y que, a partir del incendio, lo visitaban pero se alojaban en la Casa Cornide, en A Coruña. Asegura que continuaban encargándose del mantenimiento, "los jardines se cuidaban totalmente, muchísimo, y lo que estaba cerrado era el pazo porque aquello era un caos, de llorar". "No se hizo absolutamente nada en el Pazo de Meirás", asume, pese a que "era historia de España, de Galicia sobre todo", y por eso fue "a ver a Fraga pero dijo que no era posible ayudar en la recuperación del pazo".

 

Quiroga Piñeiro propuso en 1990 a Carmen Franco, prosigue, recuperarlo "porque era un hecho histórico y era bueno para Galicia", aunque "ella tenía mucho miedo". Según recuerda, "dijo que aquello iba a ser muy caro y muy complicado técnicamente porque la torre de la derecha estaba totalmente quemada de abajo arriba y el resto del pazo estaba muy afectado por los humos, por los bomberos, por muchas cosas, me dijo que había que esperar, que le pidieses a Fraga que si nos ayudaba".

 

Seis años después volvió a plantear a Carmen recuperar el inmueble, prosigue, pero se encontró con la misma respuesta, que "lo veía muy difícil", si bien a los dos años, en 1998, accedió "por fin" a rehabilitarlo poco a poco.

 

"Debes hacerlo por el propio bien de la historia de España", le dijo entonces Quiroga Piñeiro, a lo que respondió "pues vamos a hacerlo poco a poco". Él se prestó a supervisar la obra y a buscar una empresa que la hiciera sin preocuparse del presupuesto, pues "pasaba mensualmente las facturas" a Carmen Franco. "La rehabilitación del pazo a raíz del incendio a mi modo de ver la pagó ella o la familia, hicieron un esfuerzo entre todos", ha abundado.

 

"El pazo a Carmen le costó mucho dinero, tuvo muchas obras que hacer", desde goteras y humedades hasta la casa de los guardas y nuevas acometidas eléctricas y de aguas, ha resumido. Las obras de rehabilitación empezaron en el año 1998 y finalizaron en 2002, ha puntualizado, y este último año fue cuando volvió a ir toda la familia al pazo y "gente importante de la sociedad española".

 

"El esfuerzo económico que hicieron para ir un mes allí", ha exclamado el testigo, que también ha aseverado que durante la época de Franco iba mucha gente a preparar el pazo un mes antes pero "superficialmente", "no se aprovechaba la jefatura del Estado para dejar aquello como un palacio porque era todo de madera y estaba igual que cuando lo tenía la Pardo Bazán".

El exalcalde de Sada asegura que dos administraciones quisieron comprar el pazo