miércoles. 17.04.2024

Cuando Ezequiel Mosquera coronó la Bola del Mundo en la Vuelta 2010 con una exhibición, no sabía que después de la cima llegaría un descenso obligado por una sanción que le apeó de la bicicleta, pero que no le arrebató los recuerdos de aquellas batallas aún frescas porque en la carretera siguen los mismos "mosqueteros", aunque se avecinan tiempos difíciles. El gallego comenta en una entrevista a EFE que el protagonismo español es cada vez menor y pronostica que "cuando se retiren 'Purito' y Valverde, que no son unos niños, vamos a tener que acostumbrarnos al dominio de otros", como los colombianos, que "vienen pisando fuerte", tal y como quedó demostrado en el Giro de Italia.

 

A sus 38 años ya no es ciclista profesional, aunque podría serlo, porque ya ha cumplido su sanción, pero sigue ligado al mundo de la bicicleta y el sábado volverá a subirse a una para alcanzar el Mirador do Ézaro en la segunda edición del Desafío del Atlántico, en el que se han alcanzado los 413 inscritos. Ezequiel sigue dando pedaladas por la "vida", ahora "distinta, con menos emociones, pero con algún otro estrés, metido en mil jaleos, como el Desafío". Lleva "la voz cantante en una empresa de servicios integrales para eventos deportivos" y también ha sacado "una marca de personalización de ropa de ciclismo", North Boar, que arrancó este año.

 

Ahora, en vez de rodar kilómetros en bici, lo hace en coche y siempre pegado al teléfono: "Es algo a lo que no estás acostumbrado. Mi hija, con tres años ya me dice: 'deja el teléfono, deja el teléfono'. Pero estoy contento porque al final sigo vinculado al mundo del deporte, que fue mi vida hasta ahora", apunta. El resultado anómalo que dio en un análisis en la Vuelta frustró la etapa que se le abría en el Vacansoleil, que lo había contratado tras su brillante etapa en el gallego Xacobeo Galicia. Fue sancionado a finales de 2011, pero no se computaron los meses que había estado sin competir; podría volver a hacerlo en 2013, pero se cansó de esperar. "El lado positivo es que he visto crecer a mi niña día a día.

 

Es lo mejor que me pudo pasar", sostiene antes de recordar, con dificultad, aquellos "días muy duros" de su carrera, que le dejaron "poso" y que fueron un infierno. "Me pongo de mala leche, y la mala leche ya me pasó", confiesa Mosquera, que ha pasado hoja al calendario: "Tratas de vivir ajeno a eso, como si no pasara. El tiempo lo mitiga, aunque no lo cura del todo. Me acuerdo poco de aquello". Pero no ha olvidado, por ejemplo, cuando lo "llamaron" para darle la noticia del resultado anómalo en los análisis. "A partir de ahí fue una catástrofe", reconoce. "Después, fui un poco iluso pensando que todo se arreglaría para bien, que es a lo que te agarras y que te ayuda a entrenar durante un año. Al final, digamos que no es dejar la bici de golpe. Vas viendo que va a ser que no", comenta. Y así, tomó la decisión de retirarse porque estar un par de años parado y volver "por encima de los 36 ó 37 años era una tontería". "La edad no perdona y peor aún con dos años sin competir. Es imposible a nivel físico y, a nivel psicológico, más aún.

 

Si eres una persona con dos dedos de frente ves que es imposible", insiste. Ahora, cuando tiene tiempo, mata el gusanillo de la bici en marchas cicloturistas como la del próximo sábado o ve competir por televisión a los que un día fueron sus rivales. "Me gusta ver las carreras. Ves que la generación va cambiando, que te vas haciendo viejo, pero también que siguen los mismos, que 'Purito' y Contador siguen ganando carreras, Valverde sigue dando exhibiciones y dices: 'Con esos estaba guerreando yo'. Estamos en 2014, esto fue en 2010, pero ahí siguen esos tres mosqueteros dando guerra", evoca.

 

A su cabeza se le vienen los recuerdos de aquellas batallas sobre la bici como las de la Vuelta de 2010, que los aficionados al ciclismo no olvidan. "Uno viene y me cuenta: 'Yo estaba allí, en la Bola del Mundo', y me llena de satisfacción. Eso no te lo pueden arrancar. Sobre todo los últimos cuatro años en la Vuelta, estar en el ciclismo en el que querías estar y siendo la cabeza visible de un equipo gallego. Me quedo con eso", reflexiona a medio camino entre la nostalgia y la satisfacción personal.

 

Ezequiel Mosquera: "Vamos a tener que acostumbrarnos al dominio de otros"