viernes. 19.04.2024

Después de más de treinta años como docente en diversos centros públicos, la profesora Luisa Juanatey decidió reunir en un libro sus memorias y elogiar una profesión a la que cree que siempre se le exige sin que parezca que haya derecho a lo contrario, por lo que ha redactado un decálogo de exigencias.

 

"Exigid que ningún niño maleducado pueda cargarse vuestra clase", "exigid un sistema público de enseñanza a la altura de vuestro compromiso"... y así hasta diez, Juanatey ha reunido en su obra "Qué pasó con la enseñanza.

 

Elogio del profesor" (Pasos Perdidos) unas peticiones con las que quiere que los futuros profesores no pasen por lo que ella y muchos compañeros han vivido. Juanatey (Santiago de Compostela, 1952), licenciada en Filología Hispánica y ya jubilada, reconoce en una entrevista con Efe que el capítulo de "exigir" le ha salido "de dentro" y que en su libro no quiere entrar a filosofar sobre las distintas leyes educativas como la actual Lomce, pero sí centrarse en sus recuerdos, cuando entró en vigor la Logse, y defender la figura del maestro. Vivió en primera persona los cambios que introdujo la ley aprobada por el PSOE en 1990, la Logse, época en la que observó una "gran soledad" entre los docentes.

 

Se quiso cambiar "todo de golpe", y "gente de izquierdas" -tal y como se reconoce ella- dio la bienvenida a la Logse para pronto empezar a ver que los chicos "no aprendían nada" o que "había que aprobarles".

 

Entre lo que dijo la ley progresista y lo que realmente pasó hubo "un malentendido monumental" -continúa-, "un ataque frontal contra los profesores", que de repente éramos unos "incompetentes". Sin embargo, los docentes notamos algo que los políticos no quisieron reconocer: "Los chicos se iban de la enseñanza pública con un título, pero con un nivel muy pobre", y empezó a estar de moda el "yo me voy a la construcción a ganar 2.000 euros", rememora. "Pero, hombre, quédate un poco más, aprende más, nunca se sabe...", les aconsejaba esta profesora.

 

Cuando arreció la crisis, muchos quisieron volver con 20 años a estudiar, resalta. También dice que con la Logse se desmanteló lo que hasta entonces era la figura del profesor -"el que enseñaba matemáticas o lengua y sabía hacerlo mejor o peor"- y se les exigía un vocabulario abstruso, clases divertidas, las sillas en círculo... Además, no se respetaba al profesor y te podían insultar por el pasillo, porque la Logse quitó autoridad y no se podía echar a los chiquillos de clase.

 

Opina que hace falta volver a la autoridad, pero que otra cosa es "qué se va a hacer para ello", ya que "el descrédito de las instituciones es general y no hay respeto por la figura de la autoridad en casi ningún ámbito". Y advierte que, si las personalidades que "dominan" en un aula son las de los que no estudian, "no estudia nadie", como comprobó en algunos de los institutos por lo que pasó de Andalucía, País Vasco, Galicia, Madrid y Comunidad Valenciana. Y aconseja en su decálogo:

 

1) Exigid que ningún niño maleducado pueda cargarse vuestra clase y perjudicar a los demás.

 

2) Exigid que ningún padre o madre pueda venir como si fuera él, por naturaleza, el que está en condiciones de exigiros nada.

 

3) Exigid que nadie trate de influir en vuestras decisiones, que el asesoramiento no se convierta en imposición".

 

4) Poned condiciones. Haced ver que sois personas con estudios que pueden enseñar una materia, no animadores ni cuentacuentos.

 

5) Exigid un sistema público de enseñanza a la altura de vuestro compromiso, que es de los más urgentes que necesita el país.

 

6) Exigid subvenciones, libros y bibliotecas.

 

7) Exigid que quien se encarga de vigilar rejas y administrar manivelas y llaves para que el instituto funcione materialmente no sean los profesores.

 

8) Exigid que desaparezca toda esa burocracia de las faltas de asistencia.

 

9) Exigid a vuestros profesores de pedagogía y a las autoridades que os hablen llano, que no hay ¡herramienta' ni 'vehículo' impecablemente pedagógico.

 

10) Exigid. Es más vuestra obligación que vuestro derecho. Pero, además, así lo haréis mucho mejor.

 

El decálogo de exigencias de un profesor