viernes. 29.03.2024

La ola de incendios que afectó hace diez días a la comunidad gallega se debió en gran parte a un "proceso sistemático de multiplicación del fuego por los efectos del ambiente que había en ese momento" más que a "conspiraciones y manos negras", según explican a Efe dos profesores de la Universidad de A Coruña.

 

Jaime Fagúndez, experto en Botánica, argumenta que el fuego tiene una rápida capacidad de transmisión cuando hay vientos fuertes, entre otros condicionantes presentes el fin de semana del 15 de octubre, por lo que sostiene que "el punto de ignición puede tener su importancia, pero tenemos que centrarnos más en la cuestión de si tenemos las condiciones para que se dé el fuego". Para que exista un incendio ha de haber combustible, unas condiciones climáticas apropiadas y un evento puntual que es la ignición.

 

"Diría que quizá deberíamos relativizar ese evento puntual de inicio de la combustión porque hay muchos ecólogos del fuego que dicen que la cuestión no es si se quema o no el monte, sino cuándo", afirma Fagúndez. Y cuando se dan unas determinadas condiciones y cantidades de combustible el incendio "se va a producir, en un momento u otro, por accidente o de forma intencionada, o por la propagación de otros fuegos vecinos", como pudo ocurrir en el caso de las llamas que saltaron el Miño desde Portugal a causa del viento.

 

"Si han podido saltar el Miño también han podido propagarse por la ría de Vigo con relativa facilidad", indica el profesor acerca de la coincidencia en el tiempo de varios focos. Muchas de las especies que forman las comunidades gallegas están adaptadas al fuego, son capaces de rebrotar, como el tojo o el brezo, y otras como el pino o el eucalipto liberan semillas con cubiertas resistentes que pueden germinar tras las llamas. Pero esta oleada de incendios, tanto por la intensidad como la frecuencia, superficie quemada y el momento del año en que ha ocurrido, entrañará consecuencias ecológicas "que están por ver".

 

"Generamos un monocultivo de eucalipto sin barreras para el suelo, en un escenario de calentamiento global, con un aumento en nuestras latitudes de la mediterraneización del clima y la sequía estival que favorece que el combustible esté más seco y se queme mejor, por lo que no es nada raro" que ocurran incendios. Además, abunda, en Galicia hace 60 años la ocupación forestal era menor, el uso del suelo más intenso y el aprovechamiento mejor, por lo que no había ese combustible en el monte ni en zonas periurbanas abandonadas con especies de matorral "a las que les va bien el fuego". "Lo que tenemos es un elemento de riesgo para el fuego y lo tenemos delante de casa", advierte el profesor, que insiste en que lo ocurrido "no es algo que no se podía predecir".

 

Entre otras medidas para revertir la situación propone planificar el uso del territorio, teniendo en cuenta también el riesgo de incendios, porque "la cuestión de fondo tiene que ver más con nuestras políticas de país, de ordenación del territorio, políticas forestales, de uso del suelo, de despoblación del rural". Según Fagúndez, "esta no es una cuestión puntual sino que tendríamos que evaluarla de forma sosegada y por todos los agentes implicados". "Los incendios continuarán mientras continuemos con las políticas que llevamos", alerta. Por ello aconseja cambiar las políticas para conseguir menor frecuencia de incendios y que estén más controlados por barreras naturales al fuego, que culturalmente es asimismo una "herramienta de manejo en el monte desde hace milenios", añade.

 

"Deberíamos tener unos buenos protocolos elaborados por expertos y tenerlos en cuenta desde el minuto uno; no podemos ahora mismo generar un movimiento en el que a cada uno le surgen ideas de cómo recuperar el monte. No hay que alterar más el medio de lo que está, no conviene el pisoteo y hay que tener cuidado con el proceso de acumulación de paja para evitar la erosión por la lluvia", continúa. Según este profesor, si el elemento no es inerte y transporta semillas, es posible que se regeneren otras especies exóticas favorecidas por la perturbación "y estemos causando más mal que bien sobre el medio, que tiene capacidad para regenerarse por sí mismo". Comparte esta advertencia Marcos Lado, profesor de Edafología, que aclara que en las recientes condiciones de calor intenso y viento la propagación de las llamas es "muy rápida".

 

Este experto en Edafología atribuye la mayor proliferación del fuego en la fachada atlántica y en Ourense a que en esas zonas los veranos son largos, llueve poco y la reserva de agua del suelo se agota antes, por lo que el estrés hídrico es mayor. En cambio, en el norte de Galicia hay más agua en verano, propiciada también por los vientos que traen masas de aire húmedo. Marcos Lado propone "ser cautos" con el origen de los incendios por ser un tema "sensible ante el que la gente se siente impotente y se pone a buscar culpables", y "en vez de hablar de conspiraciones hay que esperar a las opiniones y conclusiones de quien sabe del tema, el Seprona, los forenses del fuego".

 

Por el momento, fuentes de la investigación consultadas por Efe no descartan ninguna hipótesis, pero señalan que los indicios parecen sugerir "una clara intencionalidad" por la estructuración de los focos, por la distancia entre unos y otros y por su desarrollo.

Expertos atribuyen la ola de fuegos a efectos del ambiente y no a conspiraciones