viernes. 19.04.2024

Los alcaldes de los ayuntamientos coruñeses más afectados por la marea negra del petrolero Prestige, accidentado hace ahora quince años frente a la Costa da Morte, creen que la catástrofe que causó "culminó las expectativas" que se pueden tener sobre un naufragio que, confiesan a Efe, no podrán olvidar.

 

El buque se hundió en noviembre de 2002 frente a la costa gallega y provocó la mayor tragedia ecológica de la historia de España, al verter al mar 63.000 toneladas de fuel que afectaron a 3.000 kilómetros de costa y a más de mil playas, causando unas pérdidas que la Fiscalía cifró en más de 4.300 millones de euros.

 

Los municipios coruñeses de Camariñas y Muxía, zona cero de la catástrofe medioambiental, vieron cómo su litoral se tiñó de negro "de forma tan brutal que la gente se volvió loca al verse abocada casi a coger la maleta e irse", sostiene el regidor de Camariñas, Manuel V. Alonso de León. "Fue un desastre -continúa- que ningún ciudadano tiene capacidad suficiente para valorar en cuanto a los daños" porque "aún nos está afectando", asegura, ya que "hay chapapote por todos lados".

 

El Prestige "por desgracia está en la mente y en la idiosincrasia de la Costa da Morte, que fue siempre un lugar de grandes naufragios, pero este culminó todas las expectativas que teníamos, no en víctimas mortales pero sí en muerte biológica de la zona".

 

"Está muy presente en nuestro interior y en la economía, aún seguimos tirando el desastre del Prestige", asegura este alcalde. Alonso de León dice que todavía "hace falta mucho dinero" para limpiar "todo el chapapote que aún hay", y tendrán que pasar "cincuenta o cien años para que esto quede lo mejor posible".

 

En su opinión, "nos tenemos que dar con un canto en los dientes y agradecer a todos los voluntarios que estuvieron aquí" limpiando el fuel. "La gente se volcó, todo fue improvisar y se pasó por alto hacer un registro con los participantes y su contacto para que quedara en los archivos y poder dejar a nuestros hijos y nietos algo de la historia que fue el Prestige en Camariñas", sostiene.

 

Para homenajear a todos estos voluntarios que ayudaron a recuperar la costa gallega del peor desastre ecológico de su historia, el Ayuntamiento de Camariñas está tramitando la Medalla Nacional para el Voluntariado del Prestige con motivo del decimoquinto aniversario del accidente del petrolero.

 

Tampoco el alcalde de Muxía, Félix Porto, "para nada" puede olvidar la tragedia hace quince años en la zona cero de la catástrofe, que comenzó cuando el petrolero zozobró el 13 de noviembre de 2002 frente a las costas de Fisterra y se hundió una semana después.

 

"Siempre hay que recordar lo positivo y lo negativo, esto último para aprender, porque aquello fue un craso error de gestión pública que indica precisamente lo que no se debe hacer; las repercusiones en positivo son que nos situó en el mapa y somos un referente", explica el regidor, que recuerda aquella mañana de hace quince años en la que se despertó "con todo lleno de chapapote".

 

Fueron meses de "incertidumbre y angustia" pero con el paso del tiempo "te das cuenta de que la naturaleza es sabia, se recuperó gracias a miles de voluntarios y personas que se volcaron para solucionar el problema, y también hubo una implicación importante de la administración tanto para destrozar como después para intentar resolverlo".

 

Para Porto, aquel "torrente de solidaridad y compromiso que fueron los voluntarios dio una gran lección de implicación en el problema cuando la administración no lo resolvió" y, "ante la mentira, el tratamiento y la desinformación, apareció un movimiento total y absoluto de implicación por parte de la sociedad".

 

En Muxía no quedan restos de la marea negra aunque las secuelas pervivan en la mente y "el recuerdo de todos", por lo que, indica el regidor, "queda por saber si un existe protocolo claro y nítido de lo que se debe o no hacer en situaciones parecidas, porque una situación como esta no puede quedar en manos de perfectos incompetentes". José Marcote Suárez, alcalde de Fisterra, dice que "hay cosas que no se olvidan nunca" y esta es una de ellas, que "afortunadamente ya pasó y esperemos que sirva para que no vuelva a pasar".

 

En este ayuntamiento tampoco quedan restos del chapapote del Prestige, o puede que sí, materializados en algunas galletas que se encuentran en la arena de sus playas. "No es posible determinar a ciencia cierta si son un vertido reciente o del Prestige, pero son cuestiones puntuales y en muy poca cantidad".

 

El regidor de Fisterra, por donde pasan un millar de buques con mercancías peligrosas al mes, espera que la del Prestige sea una lección aprendida, aunque reconoce que "el ser humano es experto en tropezar cuantas veces haga falta en la misma piedra".

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