viernes. 29.03.2024

Carvalho Calero, el reconocimiento tendrá que esperar

Este domingo es de rabia contenida en Ferrol. La ciudad que nunca dejó a un lado a Ricardo Carvalho Calero aguanta la tristeza por no poder salir a las calles a festejar su Día das Letras Galegas. Años de trabajo para lograr que se le dedicase la jornada, para derribar el muro que le separaba de otros ámbitos por su férrea defensa del reintegracionismo entre gallego y portugués, y la pandemia obliga ahora a postergar el homenaje a un autor completo como pocos en el último siglo.

Este domingo es de rabia contenida en Ferrol. La ciudad que nunca dejó a un lado a Ricardo Carvalho Calero aguanta la tristeza por no poder salir a las calles a festejar su Día das Letras Galegas.

 

Años de trabajo para lograr que se le dedicase la jornada, para derribar el muro que le separaba de otros ámbitos por su férrea defensa del reintegracionismo entre gallego y portugués, y la pandemia obliga ahora a postergar el homenaje a un autor completo como pocos en el último siglo. De su prolífica trayectoria han quedado sobrados ejemplos de legado para un idioma en persistente lucha por la subsistencia.

 

El aplauso colectivo se limita esta vez a un breve acto en su localidad natal, donde el Ayuntamiento ha desplegado una lona que deje grabada en la mente la relevancia de un vecino ilustre. Hijo predilecto de la urbe naval, donde vino al mundo en octubre de 1910, ejerció como profesor, escritor o filólogo, pero son solamente algunas de las facetas que desempeñó.

 

Aquella casa de Ferrol Vello en la que tiene sus orígenes acumula ya demasiados años languideciendo. Con fachada a la calle San Francisco, la principal arteria del barrio portuario, fue adquirida por el consistorio, pero el deterioro no ha podido detenerse y apenas unos pilares la mantienen en pie. Antes de la Covid-19, el gobierno local, que roza su primer año de mandato, reivindicó la recuperación de su proyecto de rehabilitación, pero los usos concretos que albergaría el inmueble siguen sin definirse.

 

Treinta años después de su muerte en Santiago de Compostela, el profesor y escritor Henrique Dacosta recuerda para Efe que costó "bastante trabajo" asignarle las Letras Galegas de 2020. Se suma a las voces, cada vez más, que piden que su protagonismo se prolongue hasta 2021. De esta forma, cree que se podría paliar que el entorno educativo no haya podido abordar con calma su figura o recuperar en el calendario la multitud de eventos paralizados por el coronavirus.

 

"Nos coge con esta crisis tan adversa; las redes están trabajando a más no poder, pero puede que sea demasiado poco", dice en alusión a la abundancia de propuestas sobre el autor que surgen estos días en internet. Sugiere que la Real Academia Galega "se avenga a razones del clamor popular" y no se ciña al pleno de la institución, que por lo pronto se ha fijado para el 31 de octubre en el ferrolano teatro Jofre.

 

Se le antoja como "sucedáneo" de lo que realmente merece el artífice de obras como "Scórpio". Dacosta aboga por "unidades didácticas" en colegios o que la ciudadanía pueda "visitar los lugares más emblemáticos" que trazan la relación de Carvalho Calero con Ferrol. Sin embargo, aventura sobre los estudiantes que poco "sabemos del curso que viene" por el momento y también que la "normalidad no va a ser al 100 %".

 

Para él, que su casa natal esté en pleno arranque del Camino Inglés a Santiago de Compostela tampoco debe descuidarse como gancho incluso "a nivel turístico". Una casa a punto de ceder que sitúa como "un verdadero desastre, se dejó caer" pese a simbolizar lo mejor de un "monumento humano".

 

"Lo tocó absolutamente todo", apostilla el escritor, que tilda al intelectual de personaje desde la "enormidad" y con un "posicionamiento tan claro" sobre el reintegracionismo que le condenó al "ostracismo". Mayo de 2020 parecía el momento ideal para el rescate de su importancia de cara al gran público, pero habrá que esperar.

Carvalho Calero, el reconocimiento tendrá que esperar