Parece que las agendas empiezan a llenarse de compromisos para las próximas semanas: citas con amigos, familias y con el grupo de entrenamiento o trabajo van llenando los calendarios de navidad hasta saturarlos.
Pero sin duda hay una serie de citas que, por conveniencia para el alma, hay que reservar y no dejar que pasen.
1. Una cita con los padres para un plan distinto: aunque es un plan que habría que reservar a menudo, pasar un día entero con los padres y hacer algo distinto es necesario. Un paseo por el barrio de su infancia, una película en un cine tradicional, el clásico paseo por la plaza mayor o mercado navideño tradicional o incluso in salir de casa ponerse a prueba en un Casino. Cualquier cosa vale. Se trata de pasar tiempo de calidad con ellos y crear memorias que sean imborrables.
2. Dedicar una tarde a disfrutar uno mismo: pasear por los pequeños comercios de barrio de siempre, ir haciendo acopio de los detalles de navidad para los amigos y familias, sin necesidad de grandes presupuestos, pero llegando a encontrar esas cosas que significan algo para vosotros…ese día, tarde, mañana o rato es necesario para alimentar los sentimientos y relaciones más importantes, para volver a dar valor a lo que rodea.
3. Un maratón de serie: para eso están los festivos, para dedicarse un día en familia o con amigos a hacer un maratón de tu serie favorita. ¿Qué no? Propón en plan y verás qué gran aceptación tendrá.
4. Una comida, merienda o cena en casa con los amigos más cercanos para ponerse al día. Pero de verdad, nada de prisas, nada de compromisos… Solo estar y disfrutar de estar.
5. Hijos o sobrinos o primos: los más pequeños se merecen un día entero de atención. Ir a ver los espectáculos navideños, una tarde de teatro, salir a comer a su restaurante favorito y dejar el móvil en casa. Ese será su verdadero regalo.
6. Disfrutar de verdad de la cena en familia: aunque para muchos es una cita que cada vez requiere más esfuerzo, hay que darle la vuelta. Es reencontrarse con tus seres queridos. Es necesario cambiar la percepción porque probablemente llegue un día en el que no exista esa cita con todos los que se sientan alrededor de la mesa. Es un día para atesorar.
