viernes. 19.04.2024

El debate a cuatro en Atresmedia celebrado este lunes por la noche no consiguió despejar la incógnita clave de las elecciones: los pactos postelectorales, aunque el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, descubrieron sus cartas.

 

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, esquivó la pregunta de los moderadores -Ana Pastor y Vicente Vallés- afirmando que su partido, segundo en las encuestas, es el único que garantiza el cambio, algo parecido a lo que hizo el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, que trabajará para ganar los comicios. Rivera -que pisa los talones a los socialistas, según el barómetro preelectoral del CIS- dejó claro en cambio que no va a apoyar ni el proyecto del PSOE ni del PP en el caso de no lograr la victoria el 20D, aunque no bloqueará al partido más votado que forme gobierno.

 

Clara también fue Sáenz de Santamaría quien reiteró que el PP solo gobernará si es el partido más votado y subrayó que los tripartitos "de perdedores" dan "miedo".

 

Sin duda la corrupción provocó uno de los momentos más tensos del debate, especialmente entre Iglesias y Sáenz de Santamaría, cuando el aspirante de Podemos le echó en cara los casos de corrupción del PP y recordó el mensaje que Mariano Rajoy envió a su tesorero Luis Bárcenas: "Sé fuerte, Luis". La vicepresidenta contraatacó recordando a su vez la regularización fiscal de uno de los cofundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero.

 

"Paga señor Monedero, paga", le replicó. En el primer bloque del debate, sobre economía y estado del bienestar, la vicepresidenta se defendió de los ataques de sus rivales sobre la precariedad del empleo y los sueldos bajos recordando que el Gobierno ha logrado que España remonte la crisis y evitó el rescate. Recordó a sus tres rivales que hablar es "muy fácil", pero gobernar "muy difícil" y dijo que le hubiera gustado haberles visto sentados en el Consejo de Ministros en los momentos más duros de la crisis cuando el Ejecutivo tenía que afrontar el pago de prestaciones sociales a 17,6 millones de personas. Pese a que Iglesias ha mostró bastantes puntos en común con Sánchez en la estrategia económica a seguir, reprochó a los socialistas que el PSOE sea "incapaz" de cumplir sus promesas, algo que, aseguró, él no hará.

 

El debate, muy dinámico, transcurrió con interrupciones constantes: "te veo muy nervioso, Pedro " o "nerviosa" cuando se dirigía a Sáenz de Santamaría, la coletilla más recurrente de Iglesias ante sus oponentes. Las de Sánchez -"¡Madre mía!" y "¡Dios mío!- se escuchó también con cierta frecuencia, especialmente, en las intervenciones de la vicepresidenta o cuando Iglesias le acusaba de prometer cosas en campaña que luego no cumple en el Gobierno. Al igual que ocurriera en el debate a tres, Rivera y Sánchez se volvió a enganchar con la propuesta del contrato único de Ciudadanos, una iniciativa que ha hecho coincidir a los candidatos del PSOE y de Podemos al asegurar que abre la vía al despido libre.

 

La tensión del debate no consiguió romper el aplomo y la tranquilidad que aparentaron Pedro Sánchez y Soraya Sáenz de Santamaría, evidenció que, quizá por ser profesor, Pablo Iglesias tiene más soltura en ese formato -de pie y sin un atril en el que apoyarse- y mostró a un Albert Rivera más nervioso en gestos y movimientos. Hubo coincidencia también respecto a la situación en Cataluña con debates anteriores, ya que los representantes de PP, PSOE y Ciudadanos criticaron de nuevo el referéndum soberanista que defiende Podemos.

 

En esta cuestión, se reprodujeron tanto las posturas como los comentarios. Así, el PP insistió en que no renunciará a la unidad de España o a la soberanía nacional, el PSOE defendió el modelo federal para el país, Rivera recalcó que Cataluña "no es el Sahara" e Iglesias sostuvo la necesidad de hacer política y recomendó ir a ver 'Ocho apellidos catalanes' para valorar la pluralidad.

 

En la lucha contra el terrorismo de Daesh, un tema que se ha colado en esta campaña tras los atentados de París, hubo casi un frente a tres contra Podemos por no firmar el pacto antiyihadista y, una vez más Iglesias se defendió afirmando que este terrorismo no se combate con más guerra.

 

"Este país no se merece un presidente como Aznar. Nunca más", puntualizó. Por alusiones podía haber respondido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, criticado por ceder su puesto en el debate a la vicepresidenta, sobre todo por Iglesias y Sánchez -quien comentó con sorna que estaría siguiendo el debate desde Doñana-, mientras la vicepresidenta respondía subrayando que el PP es un proyecto "compacto" y, por tanto, cualquiera puede defenderlo.

 

El azul y el gris fueron los colores elegidos por los contrincantes para este primer "cuerpo a cuerpo", para el que los líderes de Ciudadanos y el PSOE llevaron traje de chaqueta y la vicepresidenta una chaqueta de terciopelo azul marino y un pantalón oscuro. Todos muy formales, salvo Pablo Iglesias que, como es habitual, iba sin corbata ni chaqueta pero que, en esta ocasión, optó por una camisa azul en lugar de la blanca que suele llevar.

 

Los representantes de los principales partidos hicieron todo tipo de posados en este debate inédito y que despertó una gran expectación: a la entrada, en un photocall instalado para la ocasión, en el plató antes de empezar y, después, al concluir, tras más de dos horas de discusión. Una discusión que se organizó en torno a dos grandes bloques: economía y estado del bienestar y reformas institucionales, con una primera pregunta de actualidad sobre los pactos poselectorales y el "minuto de oro" final en el que los cuatro pusieron en valor sus respectivas propuestas.

El debate no despeja la incógnita sobre los pactos postelectorales