martes. 16.04.2024

Los augurios no eran buenos en la noche electoral de este 12 de julio para Galicia en Común-Anova Mareas, pero los resultados han sido peores de los que aguardaban, al quedar sin representación parlamentaria en Galicia tras cuatro años de continuas luchas internas.

 

Galicia en Común pretendía dejar atrás sus malos tiempos colocando al líder de Podemos Galicia, Antón Gómez-Reino, como cabeza de lista para estas elecciones al considerar que el del partido morado sería capaz de ser el perfil de consenso que devolviese las ganas y la ilusión a un proyecto que perdía votos desde hace ya un lustro.

 

Eran otros tiempos para los confluencias cuando en 2012, el histórico político nacionalista Xosé Manuel Beiras impulsó el proyecto de Alternativa Galega de Esquerda (AGE) que dio la sorpresa en los comicios autonómicos de aquel año y consiguió superar los 200.000 votos y alcanzar nueve diputados.

 

Años después en 2015 los proyectos municipales de unidad popular en A Coruña, Santiago y Ferrol consiguieron los bastones de mando de las principales ciudades gallegas y solo un año después tomó impulso la coalición de Podemos, Esquerda Unida y Anova que, bajo el partido instrumental, consiguió ser segunda fuerza en el Parlamento gallego. Desde ese momento todo fue a peor; las direcciones de los respectivos partidos no consideraron suficientes los catorce diputados conseguidos por el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, Luís Villares, e intentaron reconducir el proyecto del rupturismo gallego pero para ello utilizaron las peores armas de la que denominan vieja política, aireando de forma continua sus desavenencias.

 

Las luchas internas coparon durante la mitad de la legislatura los titulares de los principales medios de comunicación hasta que En Marea se dividió en dos facciones, pasando cinco de sus parlamentarios al grupo Mixto.

 

Tampoco la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno con la ferrolana Yolanda Díaz como cuota de Galicia en Común en el Ejecutivo central fue suficiente para salvar los resultados en la comunidad pese a que tanto la responsable de Trabajo como el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se involucraron en esta campaña electoral. Para la coalición, ahora el reto está en evitar la desaparición de un proyecto que obtuvo sus mejores resultados en las elecciones generales de diciembre de 2015 en las que llegaron a los 408.370 votos. En esta ocasión únicamente han rondado los 50.000.

 

La confluencia entiende este 12 de julio como un punto y aparte tras el que ha de comenzar una etapa en la que deben sopesar acuerdos, alianzas y referentes si quieren volver a formar parte del panorama político gallego. La de hoy ha sido una derrota sin paliativos. Y la asunción de responsabilidades no se hará esperar.

El 12-J se cobra la factura de las luchas internas en el rupturismo gallego