martes. 16.04.2024

Es uno de los rasgos menos útiles pero más fascinantes de una persona. Una vez que nacemos y, a los pocos días de vida, se cae la parte del cordón umbilical que aún quedaba en nuestro cuerpo, dejando en nuestra piel de por vida esta cicatriz que llamamos ombligo, y que no tiene ninguna utilidad… ¿o no es así? En realidad el ombligo sí sirve de ayuda para efectuar laparoscopias.

 

En esta operación, que tiene como fin observar la cavidad pélvica-abdominal con instrumentos ópticos, se utiliza el ombligo como vía de acceso. Dos mil especies de bacterias y microorganismos lo habitan, algunos de ellos de extrema rareza, como las arqueas, un tipo de bacteria que no se encuentra en ninguna otra zona de nuestro organismo. La fauna microscópica del ombligo es única y variada, un verdadero ecosistema.

 

Algunas de las bacterias que allí se encuentran son muy infrecuentes, y pertenecen a menos de 10 de cada 60 individuos, aunque la mayoría son comunes, y se pueden encontrar en más del 70% de los casos. Algo tan sencillo como un ombligo también tiene su tipología: los hay externos e internos. Un ombligo no puede cambiar de forma a lo largo de la vida de una persona, con una excepción: la expansión del abdomen puede provocar que una mujer embarazada vea cómo su ombligo se vuelve externo.

 

Aunque, por supuesto, después de dar a luz volverá a su lugar habitual. Que, por cierto, en el 90% de casos es interno. Sólo un 10% de la población mundial lo tiene vuelto hacia afuera. Como suele suceder en un post parto, en todo caso, las estadísticas nunca se cumplen al 100%, y algunas mujeres embarazadas pueden comprobar que tras dar a luz, su ombligo no vuelve a ser como antes. ¿Todos los seres humanos tienen ombligo? Sí… con excepciones. La modelo checa Karolina Kurkova causó un gran revuelo al lucir su vientre, totalmente liso y despojado de ombligo, en un pase de lencería.

 

La razón: le fue eliminado en una operación que se le practicó de pequeña. La ciencia quirúrgica permite hoy en día devolver el ombligo a las escasas personas que no tienen uno, o devolver a un ombligo que ha cambiado tras un parto su imagen original. Existen cirujanos plásticos que se dedican a ello. Reconstruir el ombligo de una madre que ha dado a luz es una intervención sencilla, en la que el cirujano elimina la piel sobrante. Aunque realizar estas operaciones por un simple motivo estético no es lo más conveniente.

 

Al fin y al cabo, el ombligo no deja de ser una cicatriz de nuestro cuerpo, y para realizar una operación se necesita una razón de peso. El ombligo es un rasgo humano lleno de significados míticos, culturales y eróticos. La ciencia también le ha prestado atención, y se han publicado en los últimos años una serie de artículos científicos no exentos de cierto humor.

 

El Dr Karl Kruszelnicki de la Universidad de Sydney, realizó en 2001 una encuesta sobre la pelusa del ombligo, y descubrió que esta se desplaza de abajo arriba y no al revés, como sería de esperar. Recibió un galardón de los divertidos premios IgNobel por su curioso hallazgo.

 

El químico Georg Steinhauser publicó en Medical Hypotheses los resultados de una investigación en que descubría los elementos de las pelusas: fibras de tejido, células muertas, grasa y proteínas, y proponía como explicación que el ombligo podía realizar un cierto trabajo de limpieza de la zona. Así pues, aparte de todo lo dicho, quizá aún queden misteriosas funciones que nuestro ombligo pueda revelarnos.

 

fuente: http://aedv.es

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