viernes. 19.04.2024

Cuando era un niño de familia humilde, con apenas 14 años, empezó a trabajar repartiendo propaganda. Comenzó de cero y, poco a poco, se hizo un hueco en el mundo de la distribución y de la impresión digital. Su nombre es Alberto Amil, un gallego de Ferrol que llegó a ser un emprendedor de éxito hasta que el Parkinson hizo mella en él.

 

A los 38 años, justo cuando estaba en la plenitud de su carrera, le llegó el diagnóstico y, lejos de amilanarse, continuó adelante con sus negocios; incluso abrió nuevas empresas en el extranjero, en países tales como Rusia, México o Brasil. Pero después, su salud comenzó a empeorar, por lo que, por responsabilidad con su equipo, los empleados y los clientes, pues el año pasado decidió vender la compañía y dedicarse únicamente a la Fundación Española de Ayuda a la Investigación del Párkinson y otras Enfermedades Neurodegenerativas, que había creado él mismo en 2015.

 

Es tal y como cuenta la historia de su presidente el responsable de la Fundación Curemos el Párkinson, Ignacio González Rivera, que relata, en una conversación con Efe, que ésta nació con "el objetivo inicial de desarrollar un estudio de investigación", llamado Coppadis, que actualmente, con más de 600 pacientes y 140 neurólogos involucrados, busca mejorar la existencia de los afectados. Aparte del mencionado proyecto, ahora están desarrollando dos más y tienen nueve aprobados, convirtiéndose así en "la primera fundación privada de España" que "apuesta por la investigación y la curación del Párkinson", afirma González.

 

En estos momentos, en España hay diagnosticadas 160.000 personas con esta dolencia, y hay "aproximadamente un millón de pacientes" con alguna enfermedad neurodegenerativa, detalla el responsable, quien también asegura que "dentro de quince años" estas cifras "se van a duplicar", debido al incremento de la esperanza de vida. No en vano el Párkinson es la segunda dolencia neurodegenerativa más común en todo el mundo, después del Alzhéimer.

 

Por eso es fundamental conseguir un diagnóstico precoz, porque, aunque no tiene cura, "en los estadios iniciales se pueden aplicar terapias de ejercicio físico intensas" que ayudan al paciente a estar más preparado y a "vivir mejor" cuando la enfermedad llegue a una fase más avanzada. No es fácil conseguirlo, ya que el primer síntoma es "un agotamiento brutal" que la gente achaca normalmente al estilo de vida "ajetreado" que se lleva hoy en día e incluso un médico no es capaz de detectarlo, explica Ignacio González, hasta que llega el temblor de alguna mano, que es la siguiente señal. "De todas maneras el temblor es anecdótico y se cura con una pastilla.

 

El problema es que el cuerpo progresivamente va perdiendo movilidad y empiezas a tener trastornos del movimiento que pueden acabar contigo en una silla de ruedas", añade. Además de estos signos, la patología más severa que tiene el paciente de Párkinson en la primera etapa es la depresión, que la sufren "el 70% de las personas diagnosticadas", por lo que la Fundación traslada que "el principal antídoto" contra esta enfermedad es la actitud. Normalmente, pueden pasar desde cero a tres años, concreta, desde que una persona empieza a sufrir los síntomas hasta que es diagnosticada y el 30% de los pacientes tiene entre 30 y 65 años cuando se le detecta; el 50%, entre 65 y 78 y el resto más de 78.

 

Con el fin de que se conozcan los entresijos de la dolencia y los avances en investigación, la Fundación Curemos el Párkinson también desarrolla una importante labor de divulgación, gracias a la que ha sido premiada este año por la Sociedad Española de Neurología por la creación del primer portal de difusión sobre la enfermedad, elaborado con la ayuda de Laboratorios AbbVie. Asimismo, han puesto en marcha la I Gala Solidaria Curemos el Párkinson, que se celebrará el 30 de mayo en A Coruña, primera sede, y en la que habrá diferentes actuaciones y un showcooking, con el objetivo de obtener recursos económicos para destinarlos a la investigación.

 

La principal traba en la actualidad para los pacientes "es el desconocimiento", ya que, explica Ignacio González, no saben a "quién acudir en cada momento de la enfermedad", no conocen los recursos que hay a su disposición, por lo que la Fundación ya está trabajando en una guía con toda la información nacional para continuar, con trabajo y solidaridad, facilitando el camino de aquellos que padecen enfermedades neurodegenerativas, que son cada vez más.

La única esperanza para los enfermos de Párkinson