viernes. 19.04.2024

En 1928 la escritora británica Virginia Woolf reivindicaba en el ensayo Una habitación propia un espacio privado dentro de la casa familiar para las mujeres, ella se refería a la necesidad de tener una independencia económica y personal para poder encontrar una voz propia, sólo hacia nueve años que se le había concedido el derecho al voto a las mujeres y quedaba mucho camino por recorrer.

 

Hoy, en el 2017, la mujer se ha incorporado plenamente al mundo laboral y las tareas del hogar y la atención a los niños es compartida entre hombres y mujeres de manera que la necesidad de tener dentro de la casa unos espacios propios donde los dos miembros de la pareja puedan encontrar un clima de paz y sosiego después de una estresante jornada, es imprescindible.

 

El dormitorio principal es por definición el espacio privado de los adultos en los hogares. Algunas personas afortunadas tienen baño propio que no comparten con otros miembros de la familia y siempre hay algún rincón de la casa donde instalar un pequeño escritorio, o un sillón para leer o escuchar música. Espacios donde, además, es importante que existan unas reglas, donde no se pueda irrumpir con gritos, exigencias o malos modos, debe ser un espacio sagrado que actúe como un santuario y que nos ayude a reconciliarnos con nosotros mismos.

 

El primer paso importante es escoger el color de nuestros espacios, los colores inciden mucho en el estado anímico de todos nosotros. El dormitorio principal debe cumplir una doble función, de una parte, relajar, desestresar y ayudar a conciliar el sueño y, de la otra, favorecer las relaciones de pareja. Colores que son indicados para la primera función puede que no sean adecuados para la segunda y a la inversa, debe prevalecer el equilibrio entre las dos funciones. En los otros ámbitos escogeremos el color en función del efecto que queramos conseguir.

 

Los colores fríos ayudan a mitigar la ansiedad y el estrés, bajando la temperatura del cuerpo y los latidos del corazón. Se asocian a las cualidades intelectuales, dan armonía y equilibrio y facilitan la introspección y concentración, son adecuados para conciliar el sueño pero al ser fríos no favorecen la relación sexual de la pareja.

 

Si nos gustan estas tonalidades siempre podemos optar por las más pastel, como el azul turquesa o los verdes suaves y combinarlos con otras tonalidades más cálidas. Dentro de esta gama cromática los violetas representan el equilibrio entre lo estimulante del rojo y la tranquilidad del azul. Son colores románticos y tienen un punto de misterio, a lo largo de la historia de la cultura occidental se han asociado con la magia, la espiritualidad y lo místico. Son ideales para baños y dormitorios preferiblemente las tonalidades más suaves como el malva o lavanda.

 

Los colores suaves y cálidos como el beige, el vainilla o el melocotón, según el Feng Shui pueden ser mejores para estimular la relación íntima de la pareja. En cualquier caso nuestros espacios privados deben reflejar armonía y equilibrio para poder encontrar nuestra propia voz.

Una habitación propia