viernes. 19.04.2024

En Galicia ya se cuentan por miles los núcleos deshabitados pero, pese a este declive demográfico de consecuencias imprevisibles, hay personas con nombres y apellidos, como el octogenario Rodolfo Elías Pardo, que luchan cada día contra el aislamiento y la falta de servicios. Él es el único habitante del lugar de A Rega, en el ayuntamiento coruñés de As Pontes. Los jóvenes se marcharon y el campo gallego a veces ya no se sostiene. Parece imposible encontrar un futuro lejos de las urbes gallegas o la emigración. El abandono rural avanza, como dice este anciano, a ritmo de eucalipto.

 

Tomando datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicados este mismo mes, en Galicia había 3.819 núcleos de población abandonados en 2018. Además, en otros 2.061 lugares el censo reflejaba a una sola persona. Y muchos de estos lugares están en venta. Como anuncia la revista Traveler, donde no dudan en titular "¡Se vende pueblo! Este pequeño paraíso gallego a pie de playa puede ser tuyo". En un "outlet" al que vender a precio de saldo un estilo de vida desmenuzado en "pequeños paraísos". La Galicia rural está en venta, o más bien, en liquidación por cierre.

 

Desde Galician Country Homes, un portal inmobiliario especializado en el rural gallego, apuntan en declaraciones a Efe que el perfil de quien compra estas propiedades inmobiliarias, algunas con construcciones de más de 400 años, es el de "extranjeros que buscan en Galicia un retiro tranquilo", quienes además "son muy solventes y pagan al contado".

 

Podría ser este el caso de la pareja holandesa que se reservó la compra de la aldea de Riotorto que había recomendado la actriz Gwyneth Paltrow como regalo de Navidad. Una anécdota en medio de una verdadera catástrofe demográfica de imprevisibles consecuencias, como así detallaron los profesores de la Universidad de Vigo María Pilar Moragón Arias y Alberte Xosé Pazo Labrador, quienes ya en 2017 llevaron a cabo un concienzudo estudio demográfico, llegando a calificar la situación de Galicia como "demotanasia". Hicieron suyo el término acuñado por María Pilar y Francisco Burillo en la "Laponia española".

 

Una palabra que encierra cuatro factores altamente destructivos: despoblación, sobre todo rural, emigración juvenil, envejecimiento de la población y baja natalidad. Pero hay quien se resiste a perder su pasado. Quien se negó a incorporarse a los datos migratorios y lucha cada día contra el aislamiento y la falta de servicios. A sus 83 años, Rodolfo Elías Pardo es el último habitante de un pequeño grupo de casas del Lugar de A Rega, en la parroquia de O Freixo del ayuntamiento coruñés de As Pontes, el segundo de Galicia con más núcleos de población deshabitados, 164. Recibe a Efe al calor del fuego de su centenaria lareira, con la serenidad y la calma de quien se siente al final del camino. "Ahora una temporada ya vivimos, todos se fueron y tenemos que irnos", resume, en alusión a su edad. Pero todavía le queda cuerda para rato.

 

Tanta, que no es capaz de estarse quieto, salvo para ver "a pedazos", relata, la televisión donde pocas cosas le distraen "salvo el Gayoso", en referencia al programa Luar que dirige el ya mítico presentador de la TVG Xosé Ramón Gayoso. Reconoce que en A Rega "la vida es tranquila aunque dura, como en todos los sitios, hay que trabajar" y confiesa no tener mucho tiempo libre porque se le van las horas "entre una cosa y otra, en atender a las vacas y cambiarlas de pastizal".

 

Recorre con paso corto pero firme sus tierras, un paisaje de media montaña que se extiende ondulado por las redondas cumbres de la sierra de A Faladoira, donde el viento ha aprendido a hablar entre innumerables molinos eólicos. Su historia se podría contar en un plano corto de sus manos, o de su rostro. No en vano, reflejan una vida llena de trabajo duro en el campo, de mañanas de mucho frío y jornadas de sol a sol.

 

Vivió en la aldea toda su vida, salvo catorce meses que pasó cumpliendo el servicio militar en Ferrol. De siete hermanos tan solo conserva uno, dos años mayor que él, que vive en Ferrol y con quien mantiene conversación telefónica cada noche. Asume su soledad, rota por la ayuda de tres perros que mantienen a raya al lobo, y le "da pena ver la aldea así como está". "La juventud se marcha del rural porque no les da para vivir". Añade que al "llevarse las escuelas de las aldeas, la gente con familia se marchó a los pueblos donde sí las hay".

 

La aldea de Rodolfo quedará, como miles en todo el territorio gallego, sin relevo generacional. Cuando él llegue al final del camino, en el lugar de A Rega habrá desaparecido una cultura milenaria. Como así reconoce Lourenzo Fernández Prieto, catedrático de historia contemporánea en la Universidad de Santiago (USC), quien afirma que "desde el punto de vista agrario y agroeconómico es una agricultura que tiene dos mil años, con un conocimiento y una capacidad para desarrollarse en términos orgánicos que nuestros mayores conocen pero que solo hoy están empezando a revertir".

 

En declaraciones a Efe y preguntado por el problema del rural, advierte de que "se podría hacer una lista larguísima empezando por el abandono, la demografía, la falta de recursos, de medios, de financiación, el sector lácteo, la sobreexplotación", pero que todo ello se podría condensar en "una narrativa de desprecio por el pasado, que impide que comprendamos, aceptemos y valoremos todas las capacidades que el rural gallego tiene". Admite que hay una idealización nostálgica del medio rural que "no ayuda a construir políticas" y que debemos avanzar hacia "un nuevo tipo de comunidad basada en la pervivencia de los montes comunales, que suponen el 25% del territorio de Galicia".

 

Es en medio de esta despoblada panorámica donde surgen personas que no quieren abandonar sus raíces. Héroes de la resistencia que reivindican su modo de vida como una posibilidad de futuro. Desde la pequeña huerta minifundista a la gran reserva de conocimiento virtual, conectados al mundo, tejiendo redes.

 

Como, por ejemplo, la "Rede Revolta", de quien Lourenzo Fernández es además coordinador y donde estudian e intentan multiplicar iniciativas rurales caracterizadas "por la reivindicación de valores socioambientales, la apuesta por lo común, la pluriactividad frente a la hiperespecialización, el uso de tecnologías endógenas, la capacidad de resiliencia, que más que resistir es adaptarse para mejorar".

 

Un pasado de dos mil años y en el horizonte un futuro que vendrá de la mano de iniciativas productivas e innovadoras o que no vendrá. Un futuro que luche ante el asedio inversor de quien desconoce la relación de los aldeanos y la tierra que los vio nacer, especifican los especialistas. Un nuevo tipo de comunidad rural, en definitiva, que se oponga a la extinción y recupere la simbiosis entre el paisaje y la gente que lo integra, que durante siglos habitó de manera natural e inteligente esta tierra.

Liquidación por cierre en la Galicia rural