sábado. 20.04.2024

Acapara toda pantalla que tenga a su alcance: la imparable festividad de San Valentín subsiste con vigor por más que el calendario se llene de conmemoraciones supuestamente especiales. Con la fiebre por la compra perfecta como eje vertebrador, el día aparentemente central del amor entre los 365 del año renueva fuerzas pero lo hace ante una rebelión silenciosa del desamor, que reclama su puesto.

 

Frente al marasmo de ideas que ya van hacia la gastronomía o propuestas más íntimas, solteros y desencantados piden paso también en ese mismo 14 de febrero o a partir de esta fecha. Las empresas saben que hay mercado y perfilan guiños a un colectivo que no descarta tomar como lúdica una jornada que les resultaría ajena en primer término. La compostelana ONyVÁ por ejemplo traslada a veinticuatro horas después, a este viernes, directamente su Día de los Desenamorados, y es la que lo hace de forma más explícita.

 

La manera: un formato de cena con sorpresa, en el que la identidad de la persona que acompañe en la mesa trascienda al agarrar servilleta, cuchillo y tenedor, nunca antes. Y el objetivo, cuentan, tentar a la suerte por si surge la chispa entre comensales. Sus primeras estimaciones apuntan a una horquilla que va de los 30 a los 43 años y a muy diversas áreas profesionales de procedencia.

 

Para más particularidad, la velada será en un establecimiento de moda vintage, quizá el escenario más semejante al "First Dates" televisivo tan al alza. Habrá juegos y preguntas para el deshielo entre desconocidos y una barrera de una decena de minutos para confirmar si el corazón solitario más adecuado está en la silla de enfrente. Solteros, con pareja o a la búsqueda de aventuras, es muy amplio el abanico de posibilidades en un jueves de San Valentín peligrosamente pegado a un fin de semana que invita al ocio. Las cenas, con música u opción de alojamiento, pueden ir de los 35 a los 50 euros en los principales hoteles, establecimientos más clásicos.

 

Es una hoja de ruta más alejada de lo alternativo y ceñida al bombones o flores como tarjeta de presentación, cuyo postre puede ser una simple salida nocturna para aquellos dúos que ya se hayan amoldado a un estilo a veces más sedentario. Pero una efeméride así es un instante simplemente redondo para hacerse notar en ocasiones. Para ejemplo, en la era de "Fariña" o el efecto arrollador de Netflix, un lema que entra por el oído y que lleva una carga amplia de retranca:

 

"Este 14 de febrero díselo con la cona". Los derechos de autor le pertenecen a Marcos Ramos, de la firma arousana TuCafé, que opta por la publicidad en formato difícilmente invisible para lanzar una cafetera (Cona) que no deje indiferente, como no lo hizo su reciente reparto de fardos de café en plena Pontevedra, precedido del sarcástico anuncio "Lo mejor de Colombia entra por aquí", un juego de palabras para indicar su procedencia. Así las cosas, del jueves al domingo que cerrará la gran semana del amor universal se sucederán iniciativas en las que prima una calidad a veces inaccesible el resto del año. Es el caso de los caldos de Viña Costeira, en O Ribeiro, o las marcas Paco&Lola y Terras Gauda, que renuevan temporalmente sus presentaciones para contentar a un caladero importante de potenciales clientes.

 

Restaurantes de alta gama y estancias en balnearios miden asimismo su potencial con el repunte previsible que experimentan en febrero aplicaciones para encontrar a esa media naranja, como Tinder. Escapando de un mero libro que se adquiriría sin pestañear en Navidad, quienes desean encandilar con un obsequio apelan ahora a la excelencia. Una sencilla visita a aquel sitio al que la pareja no quiere llevar a su otra parte en otro momento, por ejemplo. El modo de coronar un período que puede acabar como el mismo príncipe de Lampedusa en "El gatopardo": que todo el amor cambie por un día para que todo quede igual.

La rebelión del desamor tutea al omnipresente San Valentín