martes. 23.04.2024

Cuarentena culinaria. Es el "único plan" de María Fernández Mosquera, que dirige un espacio hoy cerrado para aprender a comer bien y sano. Sus seguidores pueden continuar aprendiendo a través de sus redes sociales, donde cada día publica receta.

 

Solo dos veces faltó a su cita, la más dura cuando una de sus profesoras apareció en la lista de muertes por Covid-19. "Ocupada y centrada", estas fueron las dos motivaciones por las cuales esta emprendedora autónoma, María, se enfundó sin dudarlo en tamaña hazaña a través de su Facebook. Y con un deseo:

 

"Espero os sirva de algo en este obligado aislamiento". A la vez, también a ella en su domicilio, pues compartió con todos que quería enseñar algunos platos "de supervivencia" a su hijo de 12 años, un niño al que en un inicio no vio demasiado por la labor. Hubo un aviso clave de la promotora de esta iniciativa, a tener muy presente en un estado de alarma:

 

"(Las elaboraciones) No son perfectas y exactas de libro. Son las mías. Salen ricas. Y la filosofía es aprovechar lo que hay en casa, porque no podemos ir a la compra cuando necesitemos algún ingrediente". Si no se cuenta con uno, se reemplaza por otro que se amolde o en todo caso directamente se quita.

 

Platos principales, ideas con verduras, primeros, postres y, por supuesto, experimentos. De todo hay, como en botica. Empezó Mosquera el pasado 15 de marzo con Cochinita Pibil y un mensaje tan necesario como clarificador de la reclusión bien cumplida.

 

La destinataria, una de sus estrechas colaboradoras, Liliana Toledo, que imparte el taller de la cocina mexicana:

 

"Perdóname, que no tenía tortillas de maíz y van con tortillas de trigo. Perdonad también por las fotos y por los dibujos. Es todo muy casero con mis muy limitados medios", se disculpa esta profesional culinaria.

 

Siguió de ahí en adelante el 17 de este mismo mes con chipirones rellenos, el 18 con un bizcocho glaseado de mandarinas, el 19 con xardas (caballa) al horno y unos pimientos asados, el 20 con pollo marroquí, el 21 pisto con huevo, el 23 croquetas de pollo o "las reinas del aprovechamiento", el 24 ensalada de pasta, el 25 judías verdes con huevo, patata y salchichas; el 26 galletas con chips de chocolate; el 27 chinchos en escabeche, el 29 costilla adobada con puré de patata, boniato y verduras al vapor...

 

El 22, justificó la ausencia: "Os fallé. Qué angustia y qué remordimiento. Resulta que cuando me puse a hacer la lasaña no tenía placas de pasta. Creí morir".

 

Y la dejó pendiente para la próxima visita a una tienda Después, el 28, el otro día en blanco, su mensaje encogió los corazones:

 

"Hoy no habrá. No tengo fuerzas ni ánimo. Me ha tocado despedir antes de tiempo a una gran amiga, una mujer muy especial que enamoraba con su luz a todos los que hemos tenido la suerte de compartir espacio y tiempo con ella".

 

"Sólo puedo agradecerle la generosidad y bondad con la que siempre me trató y me siento muy afortunada por haber sido su amiga y por aprender tanto de ella durante todos estos años que llevo con esta aventura culinaria", en alusión a su "sitio" de aprendizaje de la "buena mesa".

 

Hablaba así María Fernández de Megumi Shiozawa, la presidenta de la colectividad nipona en Galicia, que se infectó de coronavirus y falleció con apenas 54 años.

 

María, rota de dolor, acompañó el texto con los siguientes párrafos, que quiso y quiere hacer públicos: "Muchas comidas, confidencias, risas, aventuras, y todas las que nos faltaban y que siempre decíamos que teníamos pendientes.

 

Siempre estaba dispuesta a compartir su inmensa sabiduría con todas y todos los que venían a sus talleres (...) Te echo de menos ya muchísimo y te llevaré siempre en mi corazón que está hoy roto".

 

A pesar de todo, de la rabia, de la tristeza y del dolor, esta docente gallega siguió divulgando, en internet, donde puede, lo que mejor sabe hacer con el propósito de acompañar en el confinamiento. Un encierro en el que, confiesa, "algunos días nos dará el bajón, seguro; y otros estaremos más animados".

 

Por eso, antes de la que ha dado en denominar "querida normalidad", vislumbra tiempo para leer, para hacer arreglos por casa; para ordenar y tirar/reciclar/donar trastos, además de ropa que ya no se use; para jardinería, huerta...

 

Junto con todo ello, "rutinas, horarios, tareas... Los que tenéis hijos sabéis de lo que hablo; bueno, y los que no también", matiza.

 

"La idea que a mí me funciona -concluye en su escrito para el gran grupo que la lee- es mantenerme ocupada con las cosas que me gusta hacer el máximo tiempo posible y dedicar tiempo a cosas que habitualmente dejamos para otro día. Pues bien, ese día ha llegado".

Cuarentena culinaria: Mi único plan