martes. 19.03.2024

Jesús Dacio Arteaga, fiscal desde hace casi 30 años, recomienda buen talante y solidaridad para sobrellevar el confinamiento por el coronavirus, que compara con la "vuelta a la caverna", y confía en que salga alguna lección de futuro: hacer una sociedad menos dependiente de la política y menos volcada en el 'usar y tirar'.

 

"No sé si aprenderemos todo lo que deberíamos aprender, pero sí creo que vamos a aprender algo", subraya en una entrevista con Efe Arteaga, que es fiscal en Cantabria y secretario de la Unión Progresista de Fiscales (UPF) desde el pasado mes de junio.

 

En su caso, el día que se dio cuenta de la envergadura de esta crisis de la COVID-19 fue el jueves 12 de marzo, dos días antes de que se declarara el estado de la alarma. Y fue entonces cuando desde su responsabilidad en la UPF, con otros compañeros, empezó a "presionar" para que se "vaciaran" los juzgados y para que la actividad en la Administración de Justicia se redujera al mínimo en el modo presencial. Aunque los juzgados siguen prestando servicios 'mínimos', lo cierto es que la carga de trabajo para los fiscales se ha reducido a la justa expresión.

 

Con las restricciones de circulación y movilidad la delincuencia ha bajado y, además, los cuerpos policiales, volcados en el cumplimiento de las restricciones del estado de alarma, prácticamente no trasladan actuaciones fuera de ese ámbito. Para Arteaga el trabajo ha disminuido más sí cabe, ya que es fiscal delegado de seguridad vial. También apoya al fiscal antidroga, pero los asuntos que le están llegando por el momento son escasos.

 

A él y a su mujer, que también es fiscal, apenas les hace falta acercarse a las oficinas a por calificaciones y otra documentación. Y todo lo que hacen es desde casa, con el ordenador portátil.

 

Todavía no le ha tocado guardia, pero sabe por los compañeros, con los que se comunica por WhatsApp, que están siendo muy tranquilas y que los equipos de protección individual (EPI), en general, han brillado por su ausencia hasta ahora. En casa están llevando bien el confinamiento.

 

Ayuda que para tres personas tienen un piso amplio con terraza y que desde el primer momento se hicieron a la idea de que se iba a alargar.

 

"Desde el principio, cuando dijeron que eran 15 días, me hice a la idea de que sería por lo menos un mes", comenta. Arteaga menciona a todos los trabajadores que aún con el endurecimiento del confinamiento se ven obligados a salir de casa. "Me parecen no sé si decir héroes porque los héroes mueren, pero son gente que está dando la cara por todos nosotros", subraya.

 

Sobre los "famosos aplausos de las ocho" reconoce que, aunque al principio los veía como "una tontería", al final se ha sumado. "Pensé que si al final puede ser un apoyo moral, por desgracia más no podemos dar a esos profesionales", añade.

 

Señala que, aunque la pandemia por la COVID-19 "no es una guerra", sí que hay muchas muertes "y unas circunstancias muy duras" de las que cree que debería extraerse alguna enseñanza futura. Por ejemplo, el poder de la solidaridad en diversos ámbitos o ser consciente de la primacía de un mundo "excesivamente politizado". "Estamos haciendo un mundo demasiado politizado.

 

No soy de los que piensan que hay que acabar con los políticos, ni mucho menos, pero sí es verdad que lo estamos politizando todo", advierte.

 

A su juicio, la "culpa" es de todos, porque los profesionales no toman el mando en sus respectivos campos de actividad y "es más cómodo dejar que te dirijan". "En cierto modo es comodidad", lamenta.

Fiscal: Este confinamiento por coronavirus es un poco la vuelta a la caverna