jueves. 28.03.2024

Sin cabalgatas ni multitudinarias uvas en la Puerta del Sol, concurridas cenas familiares, besos y abrazos, nadie duda de que éstas no serán unas Navidades normales, aunque las tradiciones lucharán por quedarse y a las costumbres navideñas habrá que incorporar mascarillas, gel hidroalcohólico y ventilación en los hogares.

 

Aún es pronto para saber cómo podremos celebrar las que con toda seguridad son las fiestas más familiares del año, pero lo que es seguro es que habrá que tirar de sentido común y olvidarse de reunir en una mesa a abuelos, tíos, nietos, primos y sobrinos, quizá lo más complicado de asumir en estas fechas.

 

La mayor incertidumbre a día de hoy consiste en saber si podremos viajar fuera de nuestras ciudades o provincias para visitar a la familia y celebrar con ellos las fiestas.

 

Los cierres perimetrales decretados en la práctica totalidad de las comunidades pretenden en parte controlar la creciente propagación del virus y "salvar" así las Navidades. No hay nada seguro, pero si estas fiestas se celebraran hoy, casi 41 millones de españoles, el 87 por ciento de la población, no podrían salir ni entrar de sus territorios sin motivo justificado y, por tanto, muchas familias pasarían las Navidades separadas.

 

Y si las medidas decretadas consiguen revertir la tendencia ascendente de la pandemia, las limitaciones a la hora de celebrar estas fiestas no serán pocas.

 

En numerosas regiones se ha limitado a seis el número máximo de personas que pueden reunirse, una cifra que obligará a muchas familias a dividirse y renunciar a cenas y comidas en familia. Las que se celebren deberán contar con una nueva invitada -la mascarilla- y guardar la necesaria distancia interpersonal.

 

Es más que una recomendación teniendo en cuenta que la mayoría de las reuniones serán en espacios cerrados y poco ventilados y es precisamente en esos contextos donde se registra el mayor número de contagios.

 

Para evitarlos es importante procurar una ventilación frecuente de las casas, a pesar del frío, y ser muy escrupulosos a la hora de la preparación de las comidas. Evitar alzar demasiado la voz y cantar son otras de las recomendaciones de los expertos para evitar contagios.

 

Este año no habrá cotillones, con toda seguridad se reducirán las cenas de empresa y cuesta imaginar cómo sonarán las doce campanadas en una madrileña Puerta del Sol posiblemente vacía.

 

Las cabalgatas de los Reyes Magos penden de un hilo y a lo mejor este es el año para dejar la escalera en casa, comprar un roscón de Reyes, preparar un chocolate caliente y asistir a la llegada de los Magos de Oriente a través de la televisión.

 

Tampoco habrá largas colas en los centros comerciales para que los más pequeños entreguen sus cartas a Papá Noel y le cuenten al oído cómo se han portado este difícil año y qué juguetes esperan recibir.

 

Lo que posiblemente podamos visitar son los Belenes que ayuntamientos e iglesias coloquen al aire libre y también podremos recorrer las calles de nuestras ciudades para ver la iluminación navideña, una medida que ayuntamientos como el de Gijón o Salamanca han adelantado para favorecer el comercio, que teme perder la campaña de este año.

 

En un 2020 tan complicado, muchos quizá confíen en la suerte y el Sorteo del Gordo de Navidad podrá suponer un paréntesis entre tanta mala noticia pero, de nuevo, esto tampoco será como lo recordamos de anteriores años.

 

Las celebraciones con cava en las administraciones de Loterías tendrán que hacerse en grupos pequeños, aunque es difícil de imaginar que no se escape algún que otro abrazo entre los agraciados. En cualquier caso, las de 2020 serán, con toda seguridad, unas Navidades que difícilmente olvidaremos.

Las Navidades que nos trae el coronavirus