viernes. 29.03.2024

Ahmed Chelb mató a Eva Blanco la madrugada del 20 de abril de 1997. Dos años después huyó de España y no fue apresado hasta 18 años después gracias al infatigable trabajo de un equipo de guardias civiles en una investigación en la que el ADN jugó un papel clave. Su suicidio hoy en la cárcel madrileña de Alcalá Meco, donde se ha ahorcado con los cordones de sus zapatos, zanja un caso que tuvo en vilo a una familia que nunca perdió la esperanza y a Algete, un pueblo situado al noreste de Madrid, cuyos vecinos llegaron incluso a ofrecer muestras genéticas para ayudar a resolver el crimen.

 

En la madrugada del 20 de abril de 1997, el cadáver de Eva Blanco Puig, que tenía 16 años, fue hallado junto a la cuneta de la carretera que une Algete y Cobeña. La autopsia determinó que la joven había sido apuñalada en veinte ocasiones y que podría haber sido violada. Los investigadores encontraron restos de semen, una prueba que se guardó bajo custodia durante años mientras se abrían hasta un centenar de líneas de investigación en la denominada "Operación Pandilla". Más de 2.000 vecinos de Algete quisieron someterse a la prueba del ADN para ayudar a esclarecer el asesinato, algo a lo que se negó la jueza que entonces instruía la causa.

 

Pero años después, cuando la amenaza de la prescripción de los hechos se cernía sobre el caso, los avances en genética forense sobre estudios de ADN abrieron la vía para encontrar al asesino. El 8 de octubre de 2013, los investigadores de la Guardia Civil solicitaron al Instituto de Ciencias Forenses de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela un estudio de la muestra genética hallada y custodiada por el instituto armado.

 

Los avances en genética forense permitieron extraer nuevas conclusiones de esa muestra y en enero de 2014 se recibió el informe de los expertos, que fue transcendental para los investigadores al revelar que el propietario del perfil era un varón de origen norteafricano. Tras solicitar el padrón al Instituto Nacional de Estadística y al municipio de Algete, se logró estrechar el cerco sobre los varones norteafricanos que en la época del suceso estaban empadronados en la localidad madrileña.

 

Desde este momento, las pesquisas policiales se enfocaron en unas 200 personas que vivieron en Algete entre 1995 y 1999, lo que llevó a los agentes encargados de la investigación a viajar por diferentes provincias de España. En una de esas entrevistas, a principios del pasado mes de septiembre, se logró obtener un perfil de ADN que, tras ser remitido al Departamento de Criminalística de la Guardia Civil, dio positivo aunque no coincidió al 100% con el encontrado en el cuerpo de Eva Blanco en 1997. Todas las investigaciones se centraron entonces sobre esta persona y su círculo familiar.

 

Era el hermano del presunto asesino, al que se llegó tras localizar a todos los familiares por línea descendente paterna. Los investigadores se centraron en el varón residente en la localidad francesa de Pierrefontaine Les Varans, que había salido de España en 1999, dos años después del crimen.

 

Allí vivía con su actual mujer y sus hijos y allí fue detenido el 1 de octubre de 2015 sin ofrecer resistencia. Antes de su extradición a España ya intentó quitarse la vida con un cristal en la prisión de Besaçón, aunque entonces no tuvo éxito. Una vez en España, la jueza ordenó su ingreso en prisión y le sometió a una prueba de ADN. El resultado demostró que el semen encontrado en el cadáver de Eva era suyo. En su posterior declaración ante la jueza, Ahmed Chelb aseguró que dos personas le obligaron a subir a un coche donde mantenían retenida a Eva Blanco.

 

Estos desconocidos, a punta de navaja, le obligaron a eyacular sobre la joven, si bien, en ningún caso, hubo penetración por su parte. En la prisión de Alcalá Meco se le aplicó el protocolo antisuicidios hasta el 16 de diciembre, cuando, con los pertinentes informes médicos, se le levantó. Las fuentes consultadas por Efe defienden la correcta actuación de la prisión, que mantuvo el protocolo incluso más allá del tiempo habitual y sostienen que es "muy difícil" impedir que un recluso que quiere quitarse la vida lo haga.

 

La detención de Ahemd Chelb -de 52 años de edad, nacionalidad española y origen marroquí- constituyó uno de los principales éxitos del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil y abrió una vía de esperanza para muchas familias que, como la de Eva Blanco, temen que los crímenes sufridos por sus seres queridos queden impunes.

Un suicidio que zanja una de las investigaciones más difíciles en España