viernes. 29.03.2024

Esclarecer un incendio no es fácil porque el autor deja poco de él en la escena del "crimen". Pero a veces, la pericia policial, salpicada de buena suerte, logra frenar a los pirómanos, como estos dos últimos veranos ha conseguido la Guardia Civil de Ordes (A Coruña) al detener a quienes ya habían provocado 15 y 28 fuegos.

 

Dos arrestos "in fraganti" -el mismo día del mismo mes de dos años seguidos- que evitaron más acciones de estos dos pirómanos, para los que el juez decretó el ingreso en prisión. Y dos actuaciones exitosas de la Guardia Civil -casi nunca se sorprende al incendiario con las manos en la masa-, como lo ha sido también, aunque hayan tenido que pasar tres años, la identificación gracias a una colilla de cigarro del autor de un incendio que en 2014 quemó 753 hectáreas en Puentedura (Burgos).

 

Los agentes del puesto de Ordes, que atiende varios municipios coruñeses en un territorio de 500 kilómetros cuadrados, se congratulan, según explican a Efe, de la resolución de los dos casos, protagonizados por dos personas -una mujer de 56 años y un hombre de 53- presumiblemente con trastornos psicológicos, que es lo que diferencia a los pirómanos de los incendiarios. Con la ayuda del Seprona de A Coruña, los guardias de Ordes detuvieron el 12 de agosto del año pasado a una mujer supuesta autora de 15 incendios en Cerceda, provocados con velas siempre cerca de viviendas y en un radio de tres kilómetros desde su domicilio.

 

Cuando fue arrestada, intentaba provocar otros siete. Justo un año después, esos mismos agentes, que ya habían creado una pequeña unidad para luchar contra los incendios en la zona, detuvieron a un hombre que desde abril había provocado 28 fuegos, 9 de ellos con grave riesgo para las personas y los bienes por la cercanía a lugares poblados. No fue fácil dar con el supuesto autor, un hombre con una vida aparentemente ordenada, con su trabajo, su familia y unas rutinas que seguía a diario sin inmutarse después de prender fuego en las fincas con un puñado de maleza que encendía con un mechero.

 

Como pudieron comprobar los agentes, no usaba acelerantes. Muchas veces, tras prender fuego se dirigía al bar. Una de sus rutinas. Como sucede con otros casos, su aparente vida normal no despertaba sospechas. Gracias a las características de la masa forestal, generalmente de eucaliptos, el fuego no se extendía demasiado y la mayor superficie que este hombre llegó a quemar fue de 6,7 hectáreas, según relatan los agentes de Ordes. Los investigadores hicieron un perfil del que podría ser el autor, convencidos de que era alguien de la zona.

 

A la vez que vigilaban el territorio en la confianza de que el pirómano volviera al lugar para ver el resultado de su acción -generalmente lo hacen-, fueron descartando sospechosos. Tampoco resulta fácil la investigación en una zona con aldeas pequeñas, donde todo el mundo se conoce y hay miedo a las represalias si se denuncia. Además, a nadie extraña la presencia de cualquier vecino en el bosque. Días despejados y generalmente por la tarde después de volver del trabajo eran los momentos elegidos por el pirómano, aunque en dos ocasiones aprovechó el trayecto a su empleo para provocar el fuego.

 

La coincidencia de estos dos casos en la misma carretera y en la hora en la que este hombre hacía habitualmente el recorrido afianzó las sospechas de los agentes, que subrayan a Efe cómo este tipo de incendiarios va cogiendo confianza y actúa con más naturalidad y cerca de sus domicilios. Hasta ahora, la Guardia Civil ha constatado la autoría de este hombre en 28 incendios, pero cree que puede haber actuado en más, incluso otros años. Cuando fue detenido, lo negó todo con una "absoluta frialdad", dijo que había trabajado por la mañana, que se había echado la siesta y que después se fue a visitar a sus padres.

 

Aún no se han valorado los daños causados, pero solo los gastos de extinción que han generado sus actos ascienden a más de 30.000 euros. Los agentes lamentan el perjuicio que causan estas acciones porque aunque el territorio quemado en cada una de ellas no sea grande, la zona queda asolada. Y no solo eso, porque para los medios de extinción resulta más laborioso y costoso al tener que desplazarse continuamente de un punto a otro. Satisfechos con la resolución de los dos casos, la Guardia Civil de Ordes agradece la colaboración ciudadana y la del distrito forestal número 3 de la Xunta para la coordinación de todos los medios y efectivos que han participado.

Cómo atrapar "in fraganti" al incendiario el mismo día del mismo mes