miércoles. 17.04.2024

De forma casi ritual, cientos de personas, disfrutan ya del día más grande de Laza, una auténtica explosión de hormigas, farrapos de barro, peliqueiros y harina en el conocido "lunes borralleiro" y que cada año atrae a más adeptos de numerosas localidades de España e incluso de otros países. Según cuentan los del lugar, el carnaval de Laza se vive diferente. Esta villa orensana, que atrae a decenas de estudiantes extranjeros cada año a pesar de que cuenta con menos dos mil habitantes, esta semana se transforma estos días en una auténtica locura e incluso llega a triplicar población, y no es para menos.

 

"Es uno de los entroidos rurales que mejor se conservó siempre igual desde que tenemos memoria", ha explicado a Efe la socióloga, Nieves Amado. Por la mañana, la localidad celebra la tradicional "farrapada", una auténtica batalla campal entre los dos bandos perfectamente divididos, que tratan de manchar a los otros, a golpe de trapos sucios y bañera incluida llena de barro líquido, de la que no se libran los visitantes ni los representantes de los medios de comunicación.

 

El momento fuerte llega, por la tarde, comienza con la salida de grupos de peliqueiros, la bajada de la "morena", un hombre disfrazado de vaca, acompañado por la lluvia de hormigas vivas enrabietadas horas antes con vinagre, y la harina. Tras el estreno ayer de los peliqueiros, la plaza de A Picota se prepara para celebrar uno de esos momentos cargados de mística, en uno de los entroidos considerados más enxebres de toda Galicia. A primera hora de la tarde, está prevista la salida de los peliqueiros, una figura "sagrada" en esta localidad del "triángulo mágico orensano", que con sus chocas, su careta y su vistoso traje elaborado de manera artesanal departe la alegría a la par que cierto temor entre la masa de visitantes que abarrota la Picota. No habrá lugar para las concesiones en una jornada intensa donde la población de 1.449 vecinos se multiplica por tres y hasta por cuatro.

 

Con la llegada del 'lusco e fusco', la plaza espera la baja de la morena, un momento cargado de simbolismo, en que las hormigas rabiosas y los tojos forman un cortejo casi amenazante que se completa con el reparto de la cachucha. En un espacio de poco más de cinco minutos, y con un caldeado ambiente de tantas horas previas, la numerosa comitiva llega a la plaza, donde una nutrida masa de personas, cubiertas de chubasqueros y monos tipo obrero, espera su llegada dispuesta a sufrir la lluvia de hormigas, toxos y harina. Cuentan sus habitantes, que estos personajes salen siempre con el traje, aunque estén enfermos o con fiebre, todo un ritual, que comienza con la salida de los fieles de misa y los latigazos a aquellos que van sin disfraz o que simplemente no son capaces de mantenerles la mirada.

 

El único temor es la lluvia, dado a su elevado coste. Según ha detallado esta socióloga, la salida de los peliqueiros, un personaje "enigmático" de origen desconocido, en el caso de Laza se mantuvo casi intacta incluso durante el periodo franquista. El personaje, tal y como se conoce hoy en día, es "una evolución de personajes más antiguos", que se han adaptado a los nuevos tiempos y que representan "la autoridad" del carnaval. Atrás quedan "persecuciones" que les obligaba a "escapar a los montes y donde a algunos los cogieron, por lo que tuvieron que pagar multas", ha abundado Amado, quien resalta la relación de esta fiesta con la tierra. De origen incierto, esgrime que el entroido de esta zona está relacionado con el periodo del fin del solsticio de invierno y las cosechas. El entroido orensano es mucho más que Laza. Pocas localidades de Galicia y del resto de España pueden presumir de tener tantas variedades de entroido como Ourense, que mañana concluirá con los desfiles por las principales villas y con el miércoles de ceniza.

 

Laza, la cita más internacional con la morena, las hormigas y la harina