martes. 19.03.2024

El vecino de Meirás (A Coruña) Juan Pérez Babío, de 70 años y residente este pueblo casi toda su vida, ha relatado esta mañana en el juicio sobre la propiedad del Pazo de Meirás que a su abuela le quitaron sus tierras para ampliar la propiedad del pazo: "A mi abuela la expulsaron de su casa".

 

Pérez ha sido el primer vecino en testificar en el primer día de juicio a instancias de la Abogacía del Estado, y en su declaración consta que no tiene "animadversión ninguna" hacia los herederos de Franco, pero sí ha reconocido que tiene "interés en que esto revierta en el patrimonio público". Durante su intervención, ha explicado que a su abuela Josefa "le costaba hablar de esto" y dice recordar que "la terminaron presionando y se tuvo que marchar" de su casa.

 

"Esto le marcó para toda su vida", ha lamentado Juan, que asegura que siempre ha visto a su abuela como "una persona profundamente triste que no quería hablar del asunto, que la habían expulsado". Según su versión, "le hicieron varias visitas y me imagino que trataron de convencerla", ha abundado, aunque "ella no quería, era una mujer viuda con dos hijos en el frente y una hija mayor, mi madre, y dos menores, se le cayó el mundo encima". Juan Pérez vivió toda su vida en Meirás, excepto algunos periodos de tiempo por trabajo, en una casa a 50 metros de la puerta principal del pazo.

 

Ha indicado que recuerda las estancias de Franco en verano, acompañado por personal de seguridad de la Guardia Civil y "otra serie de personal antes de la llegada de él" que pertenecía, ha reiterado en varias ocasiones, a la Comandancia de Obras (albañiles, pintores o electricistas) y jardineros del Ayuntamiento de A Coruña. Durante el resto del año "siempre" había agentes de la Guardia Civil en un acuartelamiento que esta a cien metros del cierre perimetral del pazo para vigilarlo, y dentro "solía haber dos parejas" de agentes que pertenecían a la Comandancia y residían en una casa intramuros. Este vecino de Meirás los recuerda desde el año 1955. Además, había guardias hortelanos que se encargaban de explotación agropecuaria y llamaban a otra "gente de Meirás que iba a echar una mano, la mayoría eran labradores o peones", a los que también pagaban "pero tengo claro de sus bolsillos no".

 

Tras la muerte de Franco había dos agentes de vigilancia todo el año y a partir del año 1977 o 78, ha dicho, se quedó un cabo con la misma función que antes. Sobre el incendio en el pazo en 1978 ha detallado que camiones de bomberos e incluso del Ejército acudieron a sofocar las llamas, "no entraron ni uno ni dos, más", y fue a partir de ese momento cuando dejó de ver a la familia en el pazo, aunque asegura que "su centro de vacaciones" en verano en la Casa Cornide, en A Coruña. Imagina, ha continuado, que en la década de los 80 la familia Franco iría de visita al pazo porque había una misa todos los años en agosto, y cree que desde 1978 hasta los años 90 "desde fuera se veía en estado si no de abandono, de semiabandono" ya que tan solo quedaba un guardia "y le era imposible atender eso". A mediados de los 90 fue cuando se "notó un cambió" porque empezó a llegar "gente con tractores y por lo menos a quitar hierba y hacer otro tipo de cuidado", y "ya veo que Carmen Franco iba a Meirás en agosto a partir del año 2000".

 

El primer testigo de la jornada ha sido el guardia civil jubilado José Suárez Rozas, de 80 años, que permaneció en el pazo como vigilante desde 1982 hasta 1990, cuando pasó a la reserva, y cobraba sus honorarios de la Guardia Civil. José Suárez, que antes prestó servicio en otra finca de la familia en Oviedo, ha alegado que no recibía ninguna cantidad económica de la familia Franco por vigilar el pazo, y describió que sus tareas consistían en "vigilar aquello y cortar zarzas por los caminos". "Las zarzas crecen con frecuencia, otra cosa, nada", ha añadido. Básicamente se dedicaba a "labor de mantenimiento" pero, dado que llegó al pazo tras el incendio, "estaba destrozado aquello, no estaba en condiciones de ser usado", tan solo había algunas vacas y ovejas sueltas por allí "para que comieran la maleza", recuerda.

 

Otra vecina de Meirás desde 1975, entonces peluquera de profesión, tenía amistad con José Suárez y a veces visitaba la finca, no el pazo, y "no veía a nadie por allí". Por su parte, un funcionario del Ayuntamiento de A Coruña desde 1988, que estuvo destinado en el departamento de gestión de suelo y patrimonio, Arturo Abad, elaboró un informe sobre las asistencias que el Ayuntamiento de A Coruña realizó en los años 60 y 70 del servicio de extinción de incendios que transportaba agua a Meirás en julio y agosto. "Era público y notorio que esto ocurría todos los años fundamentalmente en julio y agosto", ha añadido, y ha precisado que "no había ningún tipo de reembolso" por este servicio del que no vio parte posterior a 1975. Según el funcionario, el Ayuntamiento coruñés además enviaba jardineros y canteros pero no le consta "para nada" el interés del Consistorio en comprar el pazo en los primeros cinco años de los años 80.

El nieto de una vecina de Meirás: "A mi abuela la expulsaron de su casa"