viernes. 19.04.2024

Una madre acusada de consentir en Mali (África) la mutilación genital de una hija recién nacida ha asegurado que fue la abuela paterna quien se la realizó sin tener ella conocimiento, ablación que le fue detectada a la pequeña cuando fue reconocida a los ochos años en un centro sanitario de Lugo. La acusada, A.C. para quien la Fiscalía solicita 6 años de cárcel, llegó a España desde Mali en 2012 con sus tres hijos para reencontrase con su marido, residente en nuestro país desde 2004, tras haber conseguido el permiso para reagrupar a su familia.

 

En 2018 todos ellos vivían en la localidad de Baralla (Lugo) y ese mismo año su hija, D.D., nacida el 17 de noviembre de 2010, fue reconocida en un centro sanitario, donde se detectó que había sufrido una mutilación genital. En el juicio, celebrado este martes en la Audiencia Nacional, la acusada ha explicado que la extirpación del clítoris y de los labios menores de la vulva es una práctica habitual en el país africano, donde, según ha lamentado, "la mujer no tiene palabra, solo la familia del marido".

 

La mujer ha declarado que se enteró de la operación de su hija, nacida en noviembre de 2010, cuando residía todavía en Mali y la suegra se la entregó después de habérsela practicado, y ha asegurado que el padre de la niña, que residía en España desde 2004 alejado de la familia, tampoco conocía las intenciones de su progenitora. Ante el tribunal, que ha dejado el juicio visto para sentencia, la madre ha reconocido que también fue mutilada de pequeña y que no tuvo la oportunidad de autorizar la ablación de su hija, ya que la abuela no le informó antes de que iba a hacerlo.

 

"La madre del marido se encarga de todo. Si el marido tiene que enviar dinero no puede hacerlo directamente, sino a través de su madre o padre", ha manifestado acerca de sus costumbres. Pese a mostrarse contraria a la ablación genital, ha considerado que la niña habría sido tachada de "sucia" durante el resto de su vida si la madre hubiera impedido la operación, un ritual fruto de creencias culturales y religiosas que todavía permanece vigente. Como muestra de rechazo, ha hecho hincapié en que otra de sus hijas, nacida en España, evitó pasar por esa situación al viajar a Mali con los padres, quienes, según el testimonio de la acusada, la protegieron en todo momento, incluso abrazándose a ella en la cama a la hora de dormir.

 

Los médicos que reconocieron a la niña en un centro sanitario lucense han señalado que las lesiones eran antiguas, "completamente cicatrizadas", una circunstancia que les impidió saber con precisión cuándo se efectuó. A preguntas del fiscal, una forense ha explicado que la mutilación tuvo que ser dolorosa "sí o sí" con independencia de si la víctima contara con un mes o un año de vida, un extremo al que ha querido agarrarse la defensa. Ha destacado la perito que como consecuencia de los hechos la chica sufrirá problemas en el sexo, en la menstruación y a la hora de dar a luz hasta que una intervención quirúrgica sea capaz de ampliar la apertura de la vagina.

 

Por todo ello, el fiscal ha mantenido la petición de pena para la acusada al considerar probado que la ablación fue llevada a cabo con la madre como única garante de su hija en una población cercana a Bamako, la capital maliense, "no en una selva remota de África". La abogada defensora ha pedido la absolución al entender que la acusada desconocía el propósito de la abuela y ha solicitado, si fuera condenada, la atenuante por la dilación de unos hechos de hace casi una década.

Una madre acusada de la ablación de su hija dice que fue la abuela sin ella saberlo