martes. 19.03.2024

El municipio pontevedrés de Crecente es un ejemplo del éxodo de urbanistas a sus segundas residencias en la llamada España vaciada a propósito del confinamiento obligatorio decretado por el estado de alerta para frenar la expansión del coronavirus.

 

Estos días su población es como mínimo el triple de la habitual, unos 2.100 habitantes, según explica a Efe Julio César García, alcalde de este municipio de la Galicia interior bañado por el río Miño, que hace de frontera natural con el norte de Portugal.

 

Este cálculo parte del trabajo extra que estos días está teniendo el servicio de recogida de basura. "Nunca hay problemas, pero estos días no dan abasto", señala García, quien está pendiente del cobro del recibo del agua para afinar aún más su pronóstico. Detalla que en los 137 núcleos de los que consta Crecente hay alrededor de 1.500 viviendas y prácticamente la mitad son segundas residencias.

 

La mayoría de sus propietarios, afirma el alcalde, residen habitualmente en Vigo y en Madrid. Cree que en muchos casos apuraron para trasladarse a Crecente antes de se endurecieran las restricciones de movilidad para pasar el confinamiento "con más espacio", pues la mayoría de viviendas en este municipio cuentan bien con una finca, una huerta o jardín, "y claro, no es lo mismo que estar en un piso".

 

Al igual que sucedió en localidades costeras, también en Crecente existe temor hacia quienes vinieron de la ciudad. De hecho, agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil pidieron a un hombre que se trasladó desde Madrid y que paseaba a su perro por el centro del pueblo que no saliera a la calle o que apenas se separara de su domicilio, porque "la gente está asustada".

 

Máxime a raíz del brote detectado en la residencia de mayores, que contabiliza 26 contagios, 17 entre usuarios y nueve entre trabajadores. Pero no es el único. Antes se contabilizaron otros tres contagios de vecinos de la parroquia de Filgueira que regresaron de viaje a Lloret de Mar. Pese al excepcional incremento de la población -"nunca hubo tanta gente en el pueblo como estos días", apunta el alcalde-, la quietud reina en las calles de Crecente.

 

"Miedo", "respeto" y "prudencia" son los sentimientos generalizados de sus vecinos, apunta Julio César García. También influye el hecho de que los bares permanecen cerrados. "No hay vida de pueblo, tal y como se conoce", cierra el regidor.

Crecente (Pontevedra) triplica su población con éxodo a segundas residencias