sábado. 20.04.2024

El presunto parricida de Oza, acusado de dar muerte a su hijo de 11 años en el municipio de Oza-Cesuras (A Coruña) valiéndose de una pala metálica, "sabía lo que hacía" y no tenía un brote psíquico cuando se produjeron los hechos, según las declaraciones de los peritos que comparecieron este jueves en la Audiencia Provincial de A Coruña. En el juicio, que se celebra con jurado popular, la doctora de la ambulancia medicalizada del 061 que atendió al acusado cuando fue detenido en un hotel coruñés explicó este jueves que le encontró en un estado "normal", en el sentido de que "se podía hablar con él, contestaba y colaboraba".

 

Relató que al presunto parricida "se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no llegó a llorar ni a alterarse" cuando ella le sugirió que colaborase para encontrar a su hijo, con el que no había acudido al punto de encuentro para entregárselo a su expareja. Señaló que cuando llegó al lugar se le "requirió" que valorase al acusado, Marcos M. por si era necesario trasladarle al hospital y estimase si tenía signos de una ingesta de medicación. Conversó con él y le dijo que había tomado dos tranxilium, una dosis habitual para él, aunque no recordaba cuándo los había tomado. El acusado le comentó que tenía "amnesia", que "no se acordaba de nada", solo de que había ido con su hijo a un centro comercial, "nada más".

 

En su informe consta que no hubo ingesta de medicación y precisó que, al no apreciar un brote psicótico, le dio de alta en ese momento y no se le trasladó a un hospital, si bien precisó que es mejor que eso lo "valore un psiquiátrica". Sí aclaró la doctora que el acusado tenía un "estado de consciencia Glasgow 15", una escala que va del 3 hasta esa cifra, que es la máxima consciencia "en cuanto a la respuesta neurológica", según indicó la doctora. La doctora Pico, del IMELGA (Instituto de Medicina Legal de Galicia), que compareció en calidad de perito citada por la acusación popular (la ejerce la Asociación Clara Campoamor), repasó el historial del acusado desde 2009 que recoge en un informe que elaboró junto a Eulogio Morandeira, ambos sin especialidad en psiquiatría. Según los archivos de su expediente clínico que están digitalizados, Marcos M. inició tratamiento en marzo de 2009 por un brote psicótico asociado al abuso de alcohol, con trastorno adaptativo y de personalidad, en lo que fue su único ingreso hospitalario por ese motivo.

 

En el último informe previo al presunto asesinato de su hijo, fechado en abril de 2017, se le encontró más tranquilo y se le mantuvo la medicación. A preguntas de la fiscal, la forense afirmó que en la entrevista que le realizaron al acusado el 11 de mayo, tras la detención del acusado, se presentó "colaborador" y no apreciaron síntomas psicóticos agudos, negó los hechos y manifestó no recordar lo que había pasado el día de autos. Aseguró también que "no hay datos que indiquen" que presentara un trastorno psicótico delirante y, aunque el presunto parricida les manifestó que había abandonado el consumo de alcohol, reveló que a través de una prueba de su cabello se constató que había consumo etílico en los anteriores seis meses y compatibilidad con administración de Lorazepam. Además, indicó que el trastorno adaptativo y de personalidad del que estaba diagnosticado de Marcos M. no afectó a su capacidad de comprender en el momento de los hechos juzgados.

 

Con relación a la amnesia del acusado, apuntó que "siempre sería posterior al hecho porque le resulta traumático o vergonzante" y negó que hubiera delirio porque, si hubiera sido así, habría actuado contra su exmujer o el abuelo materno y no contra su hijo. A preguntas de los abogados aseguró que el acusado les dijo que el niño era "un encanto, un cielo, cariñoso", advirtió de que un brote psicótico no desaparece si el paciente no recibe tratamiento e insistió en que no lo hubo en el asesinato del menor. Los psiquiatras que le entrevistaron en octubre de 2017, cinco meses después de los hechos, percibieron un trastorno mixto de la personalidad con rasgos paranoides y disociales. Se mostraron seguros de que habrían detectado un trastorno delirante si el acusado lo hubiera tenido, afirmaron que Marcos M. era "consciente de sus actos, tenía plenas capacidades cognitivas, sabía lo que hacía y tenía capacidad para decidir".

 

Destacaron, además, la "frialdad muy llamativa" que percibieron en el acusado y que "la capacidad de expresar sus emociones no existía" porque "no hubo una lágrima, no hubo nada, estaba serio y distante". Igualmente, consideraron "sospechosamente cuestionable" la amnesia del presunto parricida, quien, según ellos, entró en contradicciones sobre sus recuerdos. En este sentido, indicaron que "es imposible" no recordar "una concatenación de actos tan complejos" como los de este caso y revelaron que "no colaboraba" en las preguntas que se le hacían sobre los hechos de los que se le acusa. "Esa amnesia tan selectiva es muy sospechosa y no se relaciona con ningún trastorno psiaquiátrico", advirtieron. A preguntas de la defensa, los psiquiatras aseguraron que los brotes psicóticos se producen en un momento dado y posteriormente se atenúan, pero quedan síntomas, no desaparecen.

Parricida de Oza "sabía lo que hacía" y sin brote psíquico, según los peritos